Reutilizar, reciclar, reusar, reinventar…en Efimarket nos apuntamos a cualquier iniciativa que fomente valores de sostenibilidad y hábitos respetuosos y responsables. Si además hay creatividad e ingenio de por medio, la combinación es perfecta y es que lo que para unos es basura, para otros es un tesoro. Y en muchos casos, hasta una obra de arte.
Más de una década después de su nacimiento como un laboratorio donde algunos (pocos) artistas experimentaban con la reutilización de materiales de deshecho, el Festival Internacional de Reciclaje de Cataluña, el Drap-Art, vuelve a Barcelona como la cita del reciclaje que cada año atrae a miles de ecologistas, galeristas, artistas, familias y público joven interesado en la creación más sostenible.
Este año, el festival separa por primera vez la exposición de arte y la feria que hasta ahora acostumbraba a celebrar conjuntamente. Hasta el domingo, el CCCB ha acogido las mesas redondas, los conciertos de Madame Humtata, los neoyorquinos Electric Junkyard Gamelan y Pierre Bastien (que toca con máquinas construidas por él mismo), la Drap- Boutique y los talleres en los que los más pequeños podrán fabricar los regalos para esta Navidad con viejas piezas de ordenadores. Y del 21 al 30 de diciembre, la exposición Drap-Art y la feria tradicional de Arte y diseño se trasladan por primera vez al otro lado de la plaza del Àngels, en el FAD.
Una de las invitadas más esperadas de esta edición es Stephanie Senge, que construirá un mándala gigante con productos de consumo. «Stephanie llegó hace ocho días a Barcelona», explica la directora de Drap-Art, Tanja Grass, «y ha estado investigando qué objetos se consumen más en la ciudad. Con ellos construirá un mándala tal y como se hace en India. Allí la finalidad de esta escultura es dar gracias por la buena cosecha. La de aquí tiene la intención de que hagamos una pequeña reflexión antes del consumo navideño que se avecina», cuenta Grass, que este año detecta un bajón en lo que a complementos de moda se refiere y una ligera subida en objetos decorativos, como lámparas fabricadas con desperdicios.
Pese a la popularidad que ha adquirido el reciclaje aplicado en el diseño desde 1996, año el que Drap-Art inició su andadura, la cita sigue manteniéndose fiel a sus orígenes humildes, ajeno al boom del ecodiseño que invade hoy muchas galerías de arte y tiendas de muebles caros. «Puede que nos falte algo de marketing, pero somos partidarios de que Drap-Art trate a todos sus artistas por igual y de momento vivimos al margen del mundo más institucional o galerístico. En mi opinión, los laberintos que realizó Richard Serra en el Guggenheim (Torsión elíptica, 1998) tienen mucho que ver en cuanto a concepto con los trabajos de muchos de los artistas reunidos en Drap-Art, aunque sean menos conocidos y no tengan tanta fama», opina Grass. «Lo que hace especiales a nuestros artistas», destaca la directora de Drap-Art, «es que son artesanos. No encargan a terceros que fabriquen sus piezas, se implican en todo el proceso, de principio a fin».
El visitante se encontrará con todo tipo de propuestas. Y de materiales a los que se les ha dado una nueva vida. Es el caso del Estudi Comglas, que se han profesionalizado en el reciclaje del vidrio y proponen esculturas hechas a partir de botellas de vidrio. La Crehuet, nombre tras el que se esconde Pau Gargallo, reinventa las sillas, los taburetes, la cafetera y las tacitas de toda la vida con lana reciclada. Albert Carvajal recrea lienzos acumulando piezas tan insospechadas como culatas de motor de automóvil de aluminio trocedadas. El taiwanés Weiju Pan ha construido una escultura de aspecto humano a base de cintas de vídeo VHS tejidas a mano que se titula ‘Te extraño’. Aunque la pieza que seguramente levantará más polémica es Fecal Beauty de Gioia Maini, que propone un corsé hecho de «bolsas de plástico de comida y arena para gatos, papel higiénico, excrementos y pelos de gato, látex y purpurina». Ejem.
Fuente: El Mundo