Un proyecto propone que los 500 habitantes de una isla estonia produzcan y consuman su propia electricidad.
La pequeña isla de Vormsi respira tranquilidad. Esta tierra, situada en el noroeste de Estonia, está conectada al continente por 12 kilómetros de cables que permiten cubrir las necesidades de sus aproximadamente 500 habitantes. Pero esto pronto cambiará con el desembarco del proyecto Smart Vormsi (Vormsi inteligente), una revolución energética y tecnológica que permitirá a la isla generar su propia energía dentro de ocho años y, al mismo tiempo, mejorar la calidad de vida de sus habitantes a través de servicios avanzados de telecomunicaciones.
La primera fase del proyecto ya está en marcha y se prevé que sea una realidad en un plazo de tres años. El objetivo es que la isla genere entonces, como mínimo, el 25% de la energía que consume a través de miniaerogeneradores (15 metros de altura cada uno) y placas solares que se instalarán de forma individual en terrenos propiedad de cada familia que habita en Vormsi. La isla tiene 92 km2 y es la cuarta más grande de Estonia.
La producción energética será canalizada a través de pequeñas instalaciones que se construirán en cada casa, y desde las cuales se podrá distribuir para usos como la electricidad del hogar o la recarga de coches eléctricos.
De esta forma, cada unidad familiar se convertirá en una especie de casa inteligente, permitiendo a las familias «administrar la energía que generan y decidir cómo la consumen», explica Priit Kongo, director de la empresa estonia Netgroup. Pero, para obtener resultados satisfactorios, es necesario «educar» a los habitantes de Vormsi primero.
«Las nuevas tecnologías no funcionan por sí solas, necesitan personas, y en ello nos centramos», asegura Kongo, quien también añade que hay que «entrenar a las personas para convertirlas en energéticamente eficientes. Lo haremos desde varios frentes. Uno de ellos es la escuela».
Otro de los objetivos marcados para esta primera fase es la creación y consolidación de servicios integrales de telefonía móvil e internet de banda ancha que conectarán a todos los habitantes entre ellos y con las autoridades. Se prevé establecer servicios administrativos, educativos y de seguridad a través de redes móviles, algo que el director de Netgroup ve como un paso «vital para mejorar el nivel de vida en la isla».
Estonia es uno de los países del mundo más avanzados en servicios de telecomunicaciones. Kongo explica: «Estos servicios permitirán, por ejemplo, recibir alertas personalizadas en el teléfono móvil en caso de alarmas por robo o fuego. Y no sólo el afectado recibirá dichas alertas; sus vecinos y las autoridades también».
Esta primera parte del proyecto tiene un presupuesto de unos cuatro millones de euros, en los que también se incluye la remodelación de edificios públicos, así como viviendas privadas para adaptarlas a las futuras necesidades.
Sin embargo, se prevé que el presupuesto aumente hasta los diez millones de euros una vez finalice la segunda fase de Smart Vormsi, que incluye la construcción de una planta de cogeneración térmica y eléctrica, lo que permitirá a la isla cubrir el cien por cien de sus necesidades energéticas en un plazo máximo de ocho años.
Ivo Palu, profesor del departamento de energía eléctrica de la Universidad Tecnológica de Tallín, reconoce que el bajo consumo energético de la isla «hace posible convertirla en energéticamente independiente». Además, las condiciones meteorológicas de Vormsi la sitúan como una isla perfecta para este tipo de proyectos. «Tiene más sol y viento que cualquier otro sitio en nuestro país», añade Palu.
Netgroup y la Universidad Tecnológica de Tallín son dos de las siete entidades implicadas en esta iniciativa. Entre los otros promotores del proyecto destaca el Ministerio de Economía del Gobierno estonio y la Asociación de Energía Eólica de Estonia.
Existen en la actualidad dos proyectos similares a nivel mundial. Uno es en Born-holm, Dinamarca, y otro en Jeju, Corea del Sur. Estonia prevé exportar la idea de Smart Vormsi a otros lugares de la república báltica.
Fuente: Público