La central nuclear de Garoña está cerrada, pero aún hay algunos integrantes del Ejecutivo que no se convencen de ello. El Partido Popular ha presentado una enmienda dentro del Proyecto de Ley de medidas en materia de fiscalidad medioambiental que exime a las centrales nucleares de pagar uno de los impuestos que encarece el uso de las centrales. Esta tasa fiscal fue aducida por Endesa como un coste excesivo para poder reabrir la central de Garoña. Continuar leyendo «Industria quiere reabrir Garoña con la posible eliminación de un impuesto»
Fukushima: intentando explicar lo inexplicable
Compartimos un artículo de Marina Bevacqua, publicado en El Diario.es, intentando explicar lo inexplicable del caso de Fukushima. Es increíble lo poco que se habla de ello, pero en esta central se emite casi la misma radiación que se emitía en su día en Chernobyl. Os dejamos con el artículo.
¿Cómo se explica a alguien lo inexplicable? ¿Cómo se trata de dar sentido a algo que no lo tiene? Eso es lo que intentaré hacer hoy en este post: contar cómo la inoperancia de la industria nuclear -representada por la propietaria de la planta de Fukushima Tokyo Electric Power Co (TEPCO)-, junto con la mala gestión de un gobierno, hicieron que una situación de por sí dramática fuera a peor. Continuar leyendo «Fukushima: intentando explicar lo inexplicable»
Garoña y Almaraz pararán para ahorrarse 240 millones de las nuevas tasas eléctricas
La empresa titular de la central nuclear de Santa María de Garoña, Nuclenor, está planificando una parada ordenada del reactor para la segunda quincena de diciembre, según confirmaron fuentes de la compañía, que precisan que esta decisión obedece a la aprobación de la futura Ley de Medidas Fiscales de Sostenibilidad Energética.
En todo caso, indican que la planta se encuentra funcionando al 100% pero que planifica una parada ordenada del reactor para trasladar el combustible del núcleo a la piscina de almacenamiento. Para ello, se están estudiando diferentes escenarios pero, según subrayan, todavía no se ha tomado una decisión.
El motivo de esta medida es que la futura Ley de Medidas Fiscales de Sostenibilidad Energética, actualmente en trámite parlamentario en el Senado, prevé gravar la descarga final del núcleo tras el cese de actividad con 2.190 euros por kilogramo de elementos trasladados a la piscina de almacenamiento lo que, según explica Nuclenor, supondría para la compañía un coste de unos 150 millones de euros.
Además, precisan que esta decisión no tiene necesariamente por qué significar el cierre de la planta antes de julio de 2013, fecha hasta la que la compañía tiene autorización para operar, porque se podría tomar la decisión de volver a arrancar la central en enero.
Parada en Almaraz
Por otro lado, la central nuclear de Almaraz, situada en Cáceres, ha paralizado desde el pasado Jueves la recarga de su nuevo combustible, según ha podido saber la Cadena SER. Desde la tarde del pasado 5 de Diciembre, los trabajadores externos (que tenían previsto introducir las nuevas barras de uranio en el reactor número 1 de Almaraz) estaban preparados para realizar esta delicada operación de recarga, pero recibieron la orden de «no hacer nada» hasta nuevo aviso, algo que nunca había ocurrido hasta ahora en el sector nuclear de nuestro país.
La orden definitiva de parar esta recarga de combustible nuclear se espera que se adopte hoy, según ha reconocido el portavoz de esta planta nuclear, propiedad de las empresas eléctricas Iberdrola, ENDESA y GAS NATURAL.
Según los datos a los que ha tenido acceso la SER, Almaraz podría ahorrarse unos 90 millones de euros si, como tiene previsto, aplaza de Diciembre a Enero la operación de recarga del reactor de su Unidad número UNO, porque, sin las viejas barras de combustible, le saldría más barato el nuevo impuesto que pretende aprobar el gobierno por generación de residuos nucleares.
El portavoz de Almaraz, Aniceto González, ha advertido que esta paralización de las operaciones de recarga del combustible no está afectando a la seguridad de la Unidad I.
La recarga de combustible de la Unidad I comenzó el 10 de Noviembre y tendría que finalizar el 23 de Diciembre, pero ahora no se descarta que se prolongue hasta el mes de Enero del 2013. La parada para los trabajos de recarga y mantenimiento ha supuesto la contratación de más de 1.100 trabajadores adicionales procedentes de 70 empresas especializadas.
Fuentes: Cadena SER y Cinco Días
Demostrado: el apagón nuclear alemán ya genera beneficios económicos y medioambientales
El desastre de Fukushima no provocó la decisión de Alemania de abandonar la energía nuclear, sólo aceleró un proceso que estaba en marcha desde hacía al menos una década, según varios expertos. Los alemanes han conseguido desligar su crecimiento económico del suministro energético y la dependencia atómica.
Cuando la canciller alemana, Angela Merkel, anunció el cierre de ocho centrales nucleares y la revisión del resto, sólo habían pasado cuatro días del accidente de Fukushima, sucedido el 11 de marzo de 2011. Aún se desconocían las dimensiones del desastre y muchos vieron en el apagón nuclear germano una decisión precipitada, cuando no una “estupidez” de los políticos, como titularía la revista Forbes. Sin embargo, los alemanes son demasiado serios y lo que menos hay en el adiós de Alemania a la energía nuclear es precipitación. Llevaban tres décadas preparándose para un abandono que ya les está dando beneficios económicos y medioambientales.
En una serie especial, el Bulletin of Atomic Scientists (BoAS) ha reunido a una serie de expertos para analizar el desmantelamiento de las centrales nucleares alemanas y su impacto sobre la economía y la vida de los alemanes. Según el plan anunciado por Merkel, aprobado por el parlamento federal alemán en julio de 2011, a las ocho plantas cerradas se le irán añadiendo las otras nueve que siguen operativas de forma paulatina. Para 2022, Alemania ya no tendrá energía nuclear. Otras fuentes, en especial las renovables, tendrán que tomar el relevo. Y esa transición tendrá que hacerse sin poner en peligro la economía del país.
“La decisión alemana de conseguir un futuro sin nucleares fue de todo menos precipitada e irreflexiva”, escribe el editor del BoAS, John Mecklin, en la presentación de los cinco artículos que forman esta edición especial. La decisión de Merkel, una pronuclear en el pasado reciente, bebe en realidad de un poso histórico que nace con las primeras movilizaciones contra la instalación de centrales nucleares en los años 70 y se realimenta con Chernóbil. Fukushima sólo da la puntilla a un cadáver andante. Mucho antes del tsunami que golpeó las centrales japonesas, en Alemania había consenso político y social contra lo nuclear.
Ya en 2002, gobernando una coalición de socialdemócratas y verdes, se aprobó una ley que incluía la prohibición de construir nuevas centrales y limitar la producción eléctrica de las existentes. Con el cambio de gobierno, en 2005, los conservadores no cambian la legislación. A lo más que llegó Merkel fue a ampliar la vida útil de los reactores, medida que anuló tras Fukushima. Hoy, el 90% de la población germana es favorable al apagón nuclear.
De hecho, el gobierno de Merkel aprobó la energiewende, un ambicioso plan para pasar toda la economía alemana a una estructura energética baja en emisiones y sin usar la energía nuclear. Como destaca el profesor de la Universidad Libre de Berlín, Lutz Mez, “la energiewende ha desligado el crecimiento económico del suministro energético”. Alemania es de los pocos países industrializados que ha reducido sus emisiones. Sus necesidades de energía primaria han pasado de 14.905 petajulios (unidad para medir energía) en 1990 a 13.374 en 2011. En ese mismo periodo, las emisiones de CO2 han pasado de 1.042 millones de toneladas a 800 millones de toneladas.
El desmantelamiento nuclear no afecta al crecimiento económico
¿Ha perjudicado esta reducción del consumo energético a la economía alemana? En absoluto. El Producto Interior Bruto (PIB) de Alemania fue de 1,8 billones de euros en 1990. En 2011 ya era de 2,44 billones de euros, un aumento del 36%. Y todo eso, con una reducción de la energía de origen nuclear, que ha pasado del 11,2% hace 22 años, al 8,8% del año pasado. De hecho, aunque el consumo de electricidad ha aumentado, las centrales nucleares han reducido a la mitad sus aportaciones hasta el 17,6%. Una cuarta parte de la electricidad del primer semestre de 2012 ya procedía de energías renovables.
Porque esa es otra de las singularidades del apagón nuclear: su vinculación a la lucha contra el cambio climático. Alemania, cuarta potencia económica y sexto emisor de CO2, se ha propuesto para 2020 reducir sus emisiones en un 40% con respecto al nivel de 1990. Y, para 2050, están confiados en bajarlas hasta el 95%.
“A diferencia de otros muchos países, donde hay una gran división sobre si el apoyo a las renovables tiene sentido desde un punto de vista económico, en Alemania hay un relativamente gran acuerdo sobre su papel crítico en el futuro del país”, razona Miranda Schreurs, también de la Universidad Libre de Berlín. Precisamente, una de las razones del consenso político de los alemanes sobre el apagón nuclear es que ha venido generando una industria alternativa muy pujante. El sector eólico, por ejemplo, daba trabajo a 27.000 personas (entre directos e indirectos) en 2000. Cuando Fukushima, trabajaban 370.000 sólo en la eólica.
Bueno para el medio ambiente, bueno para la economía, pero también bueno para el bolsillo de los alemanes. En el último de los trabajos publicados por el BoAS, el investigador del Instituto de Ecología Aplicada y uno de los miembros del Grupo de Expertos del Energy Roadmap 2050 de la Comisión Europea, Felix Matthes, analiza los diferentes escenarios de precios finales de la electricidad en una Alemania sin nucleares. En el escenario más probable, el recibo de la luz podría subir unos cinco euros por megavatio-hora durante algunos años alrededor de 2022, fecha en la que se apagará la última central nuclear alemana. Sin embargo, también existe la posibilidad de que no suba el precio. También estima que el impacto negativo del cierre de todas las centrales en favor de las renovables sobre el PIB podría suponer el 0,3% en los años anteriores a 2030. Muy poco, si se compara con los riesgos de otro Fukushima.
Visto en esmateria.com
Los grandes accidentes nucleares, mas probables de lo que se creía
Se vuelven a conocer resultados de nuevos estudios que muestran el enorme peligro de la energía nuclear. Parece que poco a poco la humanidad va siendo más consciente de que puede que no valga la pena explotar esta compleja energía, sobre todo cuando cada vez es más evidente que las energías renovables, como la energía solar o la energía eólica, pueden llegar a representar la solución al problema energético antes de lo esperado.
Según un estudio dirigido por Jos Lelieveld, director del Instituto Max Planck de Química (Alemania), un accidente nuclear catastrófico como los de Fukushima o Chernóbil puede producirse en algún lugar del mundo una vez cada 10 o 20 años, lo que significa una probabilidad 200 veces superior a las estimaciones realizadas en Estados Unidos en 1990. Estos nuevos cálculos están hechos partiendo del número de reactores nucleares para usos civiles en operación, unos 440, pero los científicos advierten que otros 60 están en construcción.
Estos investigadores, a la vista de los resultados que han obtenido, piden que se realicen análisis y evaluaciones con profundidad de los riesgos asociados a las plantas nucleares, según informa el Max Planck. En Europa Occidental, por ejemplo, donde la densidad de reactores es alta, puede sufrir cada 50 años un episodio de contaminación grave por cesio-137.
Los cálculos para determinar la probabilidad de fusión del núcleo de un reactor con emisión al exterior en el mundo (hasta ahora cuatro: uno en Chernóbil y tres en Fukushima) se basan en el número total de horas de operación de los reactores nucleares existentes desde su puesta en funcionamiento. El informe no ha tenido en cuenta la fusión del núcleo de Three Mile Island, en 1979 en EE UU, porque fue una fusión parcial del núcleo. Los investigadores no distinguen entre tipo de planta o antigüedad, ni tienen en cuenta si están ubicadas en zonas de riesgo, por ejemplo sísmico.
En Europa una fusión de núcleo afectaría a 28 millones de personas
En el trabajo publicado recientemente en Atmospheric Chemistry and Physics, Lelieveld y sus colegas han utilizado modelos de ordenador, que simulan las condiciones meteorológicas, vientos y reacciones químicas en la atmósfera, para conocer los patrones de difusión de la contaminación radiactiva, centrándose en el cesio-137, un subproducto de la fusión del uranio.
Los resultados indican que, de media, el 50% supera un radio de 1.000 kilómetros y, aproximadamente, un 25% llegará más lejos de 2.000 kilómetros. Solo el 8% de las partículas contaminadas se depositan en el suelo en un área de 50 kilómetros alrededor del accidente nuclear.
Al combinar estos datos con la distribución geográfica de los reactores en operación, los investigadores concluyen que si se produjese la fusión de un reactor nuclear en Europa Occidental resultarían afectados unos 28 millones de personas. En el sur de Asia, debido a la alta densidad de población, serían 34 millones, y en el este de Estados Unidos, entre 14 y 21 millones.
Vía El País
Alemania lo apuesta todo a las energías verdes
Europa, año 2050. En el corazón del Viejo Continente, un país, Alemania, ha conseguido producir el 80% de su electricidad con energías renovables, limpias. Viento, sol y agua cubren el 60% de las necesidades energéticas del país. Sus ciudadanos y empresas consumen la mitad de la energía que cuatro décadas atrás tras decidir renunciar a la energía nuclear (17 plantas activas a comienzos de siglo) en el año 2011, con el cierre de los últimos reactores en el año 2022.
El escenario descrito no es una utopía. El Gobierno de la canciller Angela Merkel maneja escenarios de transición a un sistema energético basado en las renovables. El Ministerio Federal de Economía y Tecnología, como el de Medio Ambiente, Conservación de la Naturaleza y Seguridad Nuclear trabajan para hacer realidad la escalada hacia el predominio de las renovables tras la decisión adoptada a raíz de la catástrofe nuclear de Fukushima (Japón) de abandonar la energía nuclear (18% de la producción eléctrica en 2011) progresivamente, con horizonte final en 2022.
En el transcurso de un viaje de formación organizado por el Instituto Goethe a instancias del Ministerio de Asuntos Exteriores de Alemania para especialistas en energía de diferentes países, fuentes ministeriales y empresariales expusieron los puntos básicos del futuro energético alemán. Son tan fáciles de enumerar como complejos de concretar: abandono de la energía nuclear (solo el 2% de la población apoya abiertamente esta forma de energía); desarrollo de las energías renovables, con especial atención a los parques eólicos marinos; inversión en el desarrollo de la red de transporte de electricidad para llevar la energía producida en los parques eólicos on y off shore (marinos) del Norte a las factorías industriales del Sur, y apuesta por el ahorro energético hasta reducir el consumo de energía primaria (recursos antes de su transformación) en un 50% en 2050.
En el año 2050 el 80% de la electricidad será de origen renovable
El milagro de la transformación energética del país, aseguran las fuentes gubernamentales, es posible. Siempre que se den ciertas condiciones, puntualizan. En el proceso, las autoridades alemanas, respaldadas por el pacto de 2011 entre democristianos (CDU), socialcristianos bávaros (CSU) y liberales, cuentan con ciertas ventajas. Veamos un par de ellas: la corriente mayoritaria de la opinión pública, contraria a la energía nuclear y la misma concepción civil de la industria del átomo en el país. En Alemania puede resultar más fácil que en otros países nuclearizados transformar el sistema y abandonar la energía nuclear porque no existe un complejo industrial-militar necesitado de ingenieros e investigadores que garanticen su funcionamiento.
Además, el precio de la transformación no es, en principio, un inconveniente. En Alemania, el usuario privado medio gasta al mes unos 50 euros en electricidad y pocos usuarios abandonarían la apuesta por el modelo energético limpio por una cuestión de euros. Que además no serán muchos.
Según los cálculos realizados para el Ministerio de Economía y Tecnología por diferentes think tanks (escenarios elaborados por Prognos, EWI y GWS), el apagón nuclear sí tendrá consecuencias macroeconómicas negativas a medio plazo, así como un impacto medioambiental, ya que a corto plazo se quemará más carbón, a medio se quemará más gas y las renovables tardarán en cubrir las necesidades. Pero la consecución del objetivo final, 80% de energía eléctrica limpia y 80% menos de emisiones, merece la pena. En cuanto a precios, los cálculos apuntan a una subida de los precios mayoristas de la electricidad de entre el 10% y el 20%; un incremento de en torno al 2% para los clientes domésticos y un aumento del 17% para la industria, lo que puede requerir medidas que aseguren su competitividad. Pero la decisión está tomada. Es “irreversible”, dijo el Gobierno de Angela Merkel en 2011, tras Fukushima.
El apoyo de los alemanes a la energía nuclear es mínimo
Por supuesto, las decisiones drásticas e irreversibles tienen que tener, además de apoyo, un andamiaje legal y económico que las alejen de la teoría y las acerquen a la práctica. Alemania está construyendo andamios de forma acelerada. No se trata solo de los 23.000 millones que se invirtieron en instalaciones de renovables en 2011 (solo en instalaciones fotovoltaicas la inversión fue de 15.000 millones, cinco veces más que en energía eólica), sino de ensamblar iniciativas para lograr objetivos.
Como principios básicos para el desarrollo, la Administración facilitará el acceso prioritario a la red de la energía renovable y los operadores estarán obligados a adquirirla. Los precios estarán asegurados por 20 años, lo que no impedirá una evaluación regular de las primas para ajustarlas en las nuevas instalaciones en función del desarrollo tecnológico y el desarrollo del mercado. Las tarifas, además, serán diferenciadas por fuente y tipo de planta. Esos principios irán acompañados de la simplificación de procedimientos para los parques eólicos off shore, la gran apuesta para cubrir el hueco nuclear tras el apagón posterior al desastre de Fukushima.
Si Alemania cumple los objetivos, el país se convertirá en un ejemplo y un motor de la energía limpia en Europa. Pero 2050 queda muy lejos y pudiera ser que se diera la paradoja de que el país se viera forzado a consumir energía de países vecinos —al menos en momentos concretos— cuyo origen podría ser nuclear. Como principio general, todos los departamentos con algo que decir en materia energética expresan la misma idea: Alemania no ve con buenos ojos el desarrollo de instalaciones nucleares cerca de sus fronteras. El país se mueve ya en clave verde.
Fuente: El País
El Gobierno japonés ocultó un informe de Fukushima por su contenido «alarmante»
El Gobierno japonés ocultó un informe, para que no cundiera el pánico social, que advertía del peor de los escenarios posibles que se podían dar a causa del accidente de la central de Fukushima.
Dicho informe, con fecha del 25 de Marzo de 2011, fue elaborado el mismo mes en el que tuvo lugar el accidente nuclear tras el terromoto y el devastador tsunami. En el, su autor, Shunsuke Kondo, presidente de la Comisión de Energía Atómica de Japón, señalaba la posibilidad de una explosión de hidrógeno en el reactor de la central Fukushima 1 que hiciera a este volar por los aires, causando una fuga intermitente de masivas cantidades de materiales radiactivos durante un año. Esta explosión hubiera obligado a abandonar la planta de forma inmediata, así como a forzar la evacuación de los residentes situados en un radio de más de 170 kilómetros de la central y a recomendar la evacuación a los ciudadanos que vivieran a entre los 170 y 250 kilómetros de radio de la central, incluyendo Tokio.
Ante el terrorífico escenario que aparecía en dicho informe, los únicos conocedores de su existencia; un selecto grupo del entonces presidente Naoto Kan; decidieron mantenerlo en secreto por miedo a que cundiera el pánico social.
«El contenido era tan alarmante que decidimos tratarlo como si no existiera.»
Para negar la presencia de este informe, el Ejecutivo lo trató como un documento personal entre el presidente de la Comisión de Energía Atómica y el autor del mismo, y solo a finales de diciembre, las autoridades japonesas reconocieron que era un documento oficial.
Un organismo privado, que investigó el desastre de Fukushima, intentó esclarecer si el Gobierno trató de manipular la información durante la gestión de la crisis. Para aclarar el asunto, tiene previsto entrevistar a Kan y al ministro encargado de manejar la crisis nuclear, Goshi Hosono, entre otros dirigentes del Ejecutivo.
En Efimarket ponemos a tu disposición sistemas de energías renovables para que tu también puedas ayudar a reducir las emisiones de CO2 y el riesgo de desastres nucleares.
Fuente: Ecoticias.com
Las nucleares alargan su vida pese a Fukushima
La industria nuclear no pasa por su mejor momento, eso es algo que queda claro echando un vistazo a la sección de energía y medio ambiente de cualquier noticiero. Las polémicas que tradicionalmente ha levantado a su paso se han visto acentuadas a raiz del accidente de Fukushima y las voces más críticas pertenecientes al ramo pro-renovables no dan crédito ante la prórroga concedida a las nucleares y ante las especulaciones relacionadas con la apertura de nuevas plantas.
En Efimarket, como ya sabrás, somos partidarios de aprovechar el poder infinito e ilimitado del sol y del viento y estamos convencidos de que si se invierte en desarrollo de energías renovables, estas serán competitivas en un plazo muy corto si es que no lo son ya en algunos casos.
La industria nuclear continúa sumida en un fuerte estancamiento en términos globales. Los altos costes de sus inversiones económicas y la dificultad para recuperarlas (dados los largos y cambiantes ciclos económicos de estos proyectos), así como un cierto síndrome de Fukushima, son factores que juegan en su contra. La construcción de nuevas centrales nucleares es una excepción en los países occidentales. Actualmente, hay 64 centrales en construcción en todo el mundo, pero más de la mitad (el 55%) están en el mundo en desarrollo, y tres cuartas partes en China (27), Rusia (11), India (5) y Corea del Sur (5). En España, el Gobierno excluye la construcción de nuevas centrales y se inclina por prolongar su vida útil. La pretensión de revocar el cierre de Garoña –previsto para el 2013– y prolongar su funcionamiento hasta el 2019 se inscribe en esta línea. La prórroga de las centrales aparece como la mejor opción para mantener sus constantes vitales.
En todo el mundo, existen 437 reactores, que operan en 30 países. Hay siete centrales menos que hace diez años (aunque su potencia sube ligeramente). El sueño de cuantos imaginaban que la energía eléctrica pivotaría sobre la energía del átomo se ha desvanecido. El papel de esta fuente de energía está declinando, con un estancamiento que se prolonga desde 1990; actualmente aporta el 13% de la generación de electricidad. El accidente de Fukushima ha ensombrecido su futuro. Alemania decidió cerrar inmediatamente las centrales (8) que superen los 30 años de antigüedad. Suiza decidió suspender el proceso para aprobar tres nuevas centrales hasta revisar sus estándares de seguridad. Italia ratificó su renuncia (acordada en 1988). Y la autoridad de la seguridad nuclear de Francia ha anunciado, tras auditar las centrales galas, que deben hacerse inversiones de miles de millones de euros para obtener garantías de seguridad.
En la UE, entre los proyectos que han sido citados para invocar el renacimiento nuclear está la planta de Olkiluoto, en Finlandia, de tecnología francesa, aunque la instalación, iniciada en el año 2005, ya lleva un retraso de cuatro años y su presupuesto se ha incrementado un 97%. Francia (1), Bulgaria (2) y Eslovaquia (2) son las otras naciones europeas que promueven centrales nucleares.
El Reino Unido mantiene su plan para apoyar la energía nuclear, pero con precios regulados, como se hace con las energías renovables, para garantizar los beneficios y permitir que obtengan una ventajosa financiación. «Pero aun así, eso tampoco anima a los inversores», explica Jordi Ortega, investigador de la Universidad Carlos III.
La prórroga en el funcionamiento de las centrales nucleares tiene como principal referencia a Estados Unidos, que ha renovado el funcionamiento a 59 reactores hasta 60 años. En EE.UU., el parón ha sido espectacular. Desde 1973, sólo se ha levantado una central (Watts Bar 1, en 1996). Actualmente hay una en construcción (Watts Bar 2, iniciada en 1972 pero congelada en 1985); y del plan de apoyo de la era Bush sólo quedan dos proyectos que esperan la autorización final, al reducirse el apoyo en los créditos garantizados.
Alemania, tras el accidente de Fukushima, además de cerrar sus ocho instalaciones nucleares más viejas, decidió establecer el calendario de cierre antes del 2021, con lo que tendrán una media de vida de 32 años. Además, se ha previsto una tasa para que parte de los beneficios se destine a fomentar las energías renovables.
La revitalización de la industria nuclear confiaba en el diseño de nuevos reactores destinados a ofrecer una energía más barata y más segura, pero esto ha sido «una falacia», según el estudio de Mycle Schneider. El informe señala que los costes de inversión en nuevas plantas aumentaron seis veces en la pasada década, por el largo y complejo proceso de diseño conceptual, revisiones y obtención de licencias. «Y el accidente de Fukushima sólo contribuirá a que sus costes se encarezcan más», se añade.
La construcción de una planta nuclear (1.00 MW) cuesta entre 4.000 y 5.000 millones de euros, mientras que si es de gas vale unos 2.000 millones de euros, admite María Teresa Domínguez, presidenta del Foro de la Industria Nuclear, que agrupa los intereses de sector.
En España, donde no existe moratoria nuclear, las compañías eléctricas podrían intentar construir nuevas centrales. Pero, «de momento, no han presentado ninguna solicitud», admite María Teresa Domínguez. La prioridad del sector (y también del Gobierno) es, sin duda, prolongar los periodos de operatividad.
De hecho, en España no se precisa más electricidad, pues existe un parque de generación eléctrica sobredimensionado. La punta de demanda eléctrica alcanza los 44.000 MW, mientras que la potencia instalada tiene 103.000 MW tras el fuerte desarrollo de las plantas de ciclo combinado y el boom de la eólica.
«Las plantas nucleares, o bien se levantan con ayuda del Estado o no se pueden hacer, y esa pretensión es contradictoria con el discurso liberal con el que se presentan sus partidarios», sostiene Javier García Breva, presidente de la Fundación Renovables.
Pese a que en nuestro país no hay ningún proyecto nuevo en marcha, sus partidarios ven necesario planificarlas a medio y largo plazo, pues, de media, se precisan unos diez años hasta que los proyectos se plasman. «No sería ilógico pensar que España iniciase la tramitación de nuevas centrales, pues, si se inicia un periodo de crecimiento económico, en el plazo de 10 o 15 años, deberíamos tener en el mix energético alguna unidad más», agrega la presidenta del Foro Nuclear.
Jaume Morron, experto en energía, estima que el accidente de Fukushima simboliza la repercusión de un suceso nuclear. «Algo que tenía un valor de miles de millones de dólares se convierte en una rémora. Se necesitarán 20 años para desmantelar las instalaciones y 100 años para recuperar el emplazamiento. El Gobierno nipón estudia nacionalizar la empresa Tepco», afirma. Morron considera relevante que la empresa ABB (de bienes de equipo nuclear) renunciara hace un decenio a las inversiones en la industria nuclear, algo que anunció también Siemens recientemente, mientras que juzga sintomáticas las pérdidas económica de Areva, la multinacional francesa.
Otros expertos, como Jordi Ortega, destacan que la hoja de ruta trazada por la UE en materia energética para el 2050 incluye algunos escenarios en los que la energía del átomo resulta casi irrelevante en 40 años.
De hecho, la prórroga de la vida de las centrales nucleares es la única salida de la industria para enfocar su futuro desarrollo. Para mantener el mismo número de plantas en operación, se necesitarían finalizar 18 reactores antes del 2015, lo que significa conectar a la red una planta cada tres meses en la próxima década y otras 191 unidades en la siguiente década: una cada 19 días. ¿Lo conseguirá el sector? Las restricciones en la fabricación, las exigencias crecientes de seguridad adicional, las dificultades de provisión de uranio, la escasez de expertos y los riesgos de proliferación nuclear son factores que siembran muchas dudas, dice García Breva. En la UE, entre el 2000 y el 2010, las fuentes de generación que crecieron más fueron el gas (118.192 MW adicionales), la eólica (74.414 M) y la fotovoltaica (26.427), mientras que bajaron la nuclear (7.594 MW), el carbón (9.504 MW) y el fuel (13.165 MW).
Fuente: La Vanguardia
La energía eólica es más barata que la nuclear
En medio del clima de tensión ante la decisión del nuevo Gobierno de prolongar la vida de la central nuclear de Santa María de Garoña, en Efimarket nos gustaría hacer una reflexión acerca de cuanto hay de cierto en la afirmación por parte de los defensores de las formas de producción de electricidad convencionales de que la energía nuclear es más barata que las energías renovables.
El actual Ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, justificó la medida de la prorroga a Garoña basándose en la afirmación de que la energía nuclear producía con un menor coste. Esta afirmación es un poco tramposa, porque lógicamente, ahí no se están teniendo en cuenta los costes de implantación de la central. De hecho, llevamos bastante tiempo escuchando a gente bastante desinformada hablando a colación del tema en diferentes medios informativos y mesas redondas de debate.
Si hacemos un análisis de los costes de producir energía eléctrica podríamos llegar a conclusiones bastante sorprendentes.
Veamos: el coste de instalación de una central se cifra en 4000 millones de € por cada Gigavatio por los 950 millones de € del coste instalación de un Gigavatio de energía eólica.
De acuerdo que hay una diferencia de horas de funcionamiento, y es por ahí que se escudan muchos detractores cuando afirman que la eólica no vale cuando no hay viento, pero si hacemos números, una nuclear funciona unas 7.750 horas anuales, que son todas las horas del año menos las requeridas por paradas técnicas. Mientras tanto, un parque eólico produce durante, en el peor de los casos, 2200 horas anuales. Sin embargo, como podemos instalar con la misma inversión 4,21 Gigavatios de eólica por cada Gigavatio de nuclear haciendo un sencillo cálculo, vemos que obtenemos para una misma inversión:
Nuclear: 1Gw x 7750h = 7750Gwh
Eólica: 4,21Gw x 2200h = 9262Gwh
Es decir, que con una misma inversión producimos un 19,5% más de energía con la fuerza del viento, que para más inri es un combustible limpio, gratis e inagotable. De hecho, en este sencillo análisis no se han tenido en cuenta gastos de combustible (uranio que importamos) y de gestión de residuos que decantarían más todavía la balanza a favor de la eólica.
Si hacemos una comparativa similar entre la nuclear y la energía fotovoltaica, vemos que la energía proveniente del sol si que es más cara que la nuclear, aunque no cien veces más cara como hemos llegado a escuchar en alguna declaración.
La energía fotovoltaica tiene un coste de instalación de 2600 millones de € y unas 1600 horas de producción en algunos sitios del levante. Con estos datos vemos que con una misma inversión en energía solar produciríamos sobre el 33% de lo que produciríamos con la nuclear. De todas formas, esta tecnología tiene la ventaja de presentar un amplio margen de mejora que le hace ir recortando diferencias a grandes pasos con sus competidoras. De hecho se espera que en 3 o 4 años la energía solar equipare su competitividad a la de las otras formas de producción.
Aparte de este pequeño análisis, cabe destacar que ni la solar ni la eólica tienen los riesgos que conlleva la nuclear, y es que parece que la memoria del hombre es muy corta y miramos el reciente desastre de Fukushima desde la distancia y la indiferencia, como si hubiesen pasado mil años de aquello y como si no nos pudiera pasar nunca a nosotros.
La conclusión que se puede extraer de todo esto sin miedo a equivocarnos ha de ser que las energías renovables son la apuesta de futuro, y en el caso de la eólica de presente, y que con ello haríamos de nuestro sistema energético un sistema independiente y seguro, pasando a depender de combustibles gratuitos, limpios y ubicuos.
En Efimarket, basamos nuestra política en el ahorro y la eficiencia energética y apostamos por un mundo mejor donde sea posible aprovechar como es debido el poder infinito que nos ofrecen el sol y el viento.
Fuente: Noticias Positivas
A las nucleares francesas se les exigirá cuantiosas inversiones en seguridad tras la catástrofe de Fukushima
Que la energía nuclear es y será centro de polémicas es algo que no va a cambiar a corto plazo. Si en España llevamos un par de días dandole vueltes a la prolongación de la vida de Garoña, en Francia se cubren las espaldas y la Autoridad de Seguridad Nuclear (ASN) exige a las instalaciones nucleares francesas inversiones «masivas» en seguridad aunque de momento no ha pedido el cierre de ninguna de ellas.
En Efimarket ya conoces nuestra postura, y por eso te ofrecemos la mejor selección de productos para la generación de energía limpia.
En la auditoría encargada por el Gobierno francés sobre 79 instalaciones nucleares, incluyendo los 58 reactores en actividad, tras la crisis de Fukushima, la ASN ha establecido una serie de obligaciones para reforzar la resistencia ante eventuales accidentes, que tendrán un coste de «decenas de miles de millones de euros» y supondrá la contratación y formación de «cientos de personas».
El presidente de ese organismo de supervisión, André-Claude Lacoste, ha destacado que «las instalaciones examinadas presentan un nivel de seguridad suficiente como para no pedir el paro inmediato de ninguna de ellas».
«Pero al mismo tiempo, consideramos que para continuar explotándolas se necesita aumentar en el menor plazo posible los márgenes de seguridad frente a situaciones extremas» por fenómenos naturales o por la pérdida de alimentación de agua o electricidad«, ha añadido Lacoste en una entrevista al diario «Le Monde».
Lacoste ha considerado «masivo» lo que piden a los gestores de los complejos atómicos que han sido objeto de la auditoría y lo ha ejemplificado indicando que sólo los generadores diesel para reemplazar una pérdida de la alimentación eléctrica en cada uno de los reactores nucleares costarán unos 2.000 millones de euros.
Fuerza de acción rápida
Una de las medidas estrella de la ASN, que en caso de incumplimiento en los plazos acarrearía «sanciones», es la creación de una «fuerza de acción rápida nuclear» con capacidad para intervenir en el plazo de 24 horas en cualquier centro que haya sufrido un accidente, y que deberá estar en funcionamiento antes de que termine 2012.
También habrá que crear un «núcleo duro» en cada centro con una serie de disposiciones materiales y de organización que permitan mantener las funciones principales en situación extrema que los gestores de cada instalación tendrán que proponer antes del 30 de junio para su validación.
Eso supone medidas para contener la progresión de un accidente y un centro de gestión de crisis «bunkerizado».
Otras obligaciones se refieren al reforzamiento de las piscinas que contienen el combustible de los reactores, a una mayor impermeabilización para evitar filtraciones a las capas freáticas en caso de fuga o una elevación de los umbrales contemplados para eventuales inundaciones o seísmos.
El presidente de la ASN confirmó que no han pedido la clausura de la central nuclear más antigua de Francia, la de Fessenheim, en funcionamiento desde 1978, para la que la ministra de Ecología, Nathalie Kosciusko-Morizet, no había excluido el fin de su actividad.
«La catástrofe de Fukushima es un acontecimiento» que «marca la historia» del sector nuclear como lo marcaron los accidentes de Three Mile Island en 1979 en Estados Unidos o de Chernobil en 1986, y «habrá un antes y un después», ha reconocido Lacoste, antes de admitir que «nunca se puede excluir un accidente nuclear».
Fuente: RTVE