Cristina Narbona: “Es de un cinismo brutal defender la nuclear tras Fukushima”

cristina-narbona - efimarketLa exministra de Medio Ambiente Cristina Narbona (Madrid, 1951) es tan crítica con el viraje del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero en su segunda legislatura como bien considerada entre los grupos ecologistas por su gestión al frente de una cartera que ha perdido fuerza con los años hasta convertirse en “un departamento completamente supeditado a otros intereses” bajo el mando de Miguel Arias Cañete. Ahora, cuando el parlamento japonés asegura que la catástrofe atómica fue “causada por el hombre” y en pleno debate energético tras el parón de las renovables decretado por el ministro de Industria, José Manuel Soria, publica un libro, La energía después de Fukushima (junto al periodista Jordi Ortegaen la editorial Turpial) con el que pretende actualizar y defender, al hilo de los acontecimientos, su defensa del fin de la energía de origen atómico.

Economista, profesora universitaria y política española. Fue, desde abril de 2004 hasta abril de 2008, Ministra de Medio Ambiente. Actualmente es diputada por el PSOE.

¿Qué aporta Fukushima al debate?

Fukushima pone en evidencia una vez más que la energía nuclear conlleva riesgos que no se controlan adecuadamente, que para hacerlo es necesaria una inmensa inversión económica y un inmenso control de la sociedad, casi policial, para evitar que los riesgos potenciales se transformen en riesgos efectivos. El caso de Fukushima recoge lo peor del capitalismo: demasiada desregulación, falta de control desde las instituciones públicas, no consideración de los riesgos, reducción de los costes de seguridad… Lo ocurrido no significa que haya más riesgos asociados a la energía nuclear de los que han existido siempre, sino que la percepción social de los riesgos es mucho más notable porque ha sucedido en un país tecnológicamente muy avanzado, una sociedad democrática -con mecanismos de rendición de cuentas- y todo ello no ha evitado la catástrofe. A eso hace referencia Angela Merkel cuando en su discurso, a los pocos días del accidente, dice que hay unos riesgos que no se van a seguir asumiendo y que hay que virar hacia lo renovable.

¿Y cómo influye en España?

Creo que el actual es un momento extraordinariamente interesante en España. En el libro hay una descripción sencillita del déficit tarifario y esa historia totalmente falsa de que las renovables son muy caras y que lo que hay que hacer es quitarle las ayudas. Ninguna energía es tan cara, ninguna, como la nuclear. Para llegar donde hemos llegado, desde los años 1940, cuando se decide que la energía nuclear no va a dedicarse a la destrucción sino a fines pacíficos, se han invertido ingentes cantidades de recursos económicos para rodear a la energía nuclear de suficientes mecanismos de control. Si todo ese dinero se hubiese dedicado a la energía solar, hoy día tendríamos un sistema energético absolutamente sostenible, generalizado y con costes por completo asumibles. Ahora, ¿dónde está el problema? Así como todo el mundo tiene en la cabeza que hay ayudas públicas y distorsión de los precios para ayudar a las energías renovables, muchas personas no saben que la nuclear sólo se desarrolla en un contexto de regulación y financiación muy favorable. ¿La energía nuclear es barata? No, es barato el kilovatio/hora cuando ya está amortizada la planta y todo es ya beneficio para la empresa.

«Fukushima recoge lo peor del capitalismo: demasiada desregulación, falta de control desde las instituciones públicas…»

Las economías emergentes necesitan el impulso de la energía nuclear.

Acabo de participar en un panel organizado por Ban Ki-moon para garantizar a todo el planeta el acceso a la energía y todos los informes, como los de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), lo que indican es que el gran esfuerzo hay que hacerlo en el ahorro y la eficiencia energética y en la generación masiva de renovables. Porque la nuclear, aunque en los próximos 10 o 20 años fuera capaz de renovar todas las centrales obsoletas y generar algo más, en el horizonte del 2030 seguiría siendo sólo el 6% sobre el total del consumo mundial de energía. Osea que incluso con una gran inversión, y con el riesgo que implica que muchas de esas nuevas plantas están previstas en países de débil institucionalidad como China, India y no digamos Irán, a pesar de todo ello, desde el punto de vista de la garantía de acceder a la energía, la nuclear no logra ser la respuesta.

¿Y si no es la respuesta…?

Aquí es donde se ve el poder del oligopolio eléctrico, como en el caso de la renovación de Garoña, en querer mantener una central que desde el punto de vista del suministro es insignificante, que con la sobrecapacidad instalada que tenemos no pasa nada si desapareciera mañana mismo. Y desde el punto de vista del precio tampoco, porque que Garoña este fuera o dentro no cambia la factura.

Habla del poder del oligopolio, ¿quiere decir que Soria actúa manejado por estas empresas?

Yo diría que el PP se aproximó a las elecciones con un estupendo informe hecho por la FAES en el que se dice, en síntesis: lo que hay que hacer es quitarle las ayudas a las renovables, aumentar la vida de las centrales nucleares y pasar del tema del cambio climático. Y detrás de la FAES están intereses con nombres y apellidos de las grandes empresas españolas que llevan mucho tiempo teniendo una gran capacidad de incidir en la política española. Hemos tenido en la segunda legislatura de Zapatero cambios regulatorios que creo han sido un gran error, y al final el peso de un Iberdrola o de un Gas Natural o un Endesa se demuestra enorme. Y eso, en términos de calidad democrática, deja mucho que desear.

«El programa de Soria es el de FAES. Y detrás de la FAES están intereses con nombres y apellidos»

A pesar de esos argumentos, a los antinucleares les cuesta ganar la batalla de la opinión pública.

España es el país -según el CIS y otros barómetros- con el mayor porcentaje de población contraria a la energía nuclear. Hace poco se cumplió un año del accidente de Fukushima y creo que en los países occidentales el acceso a la información de lo que allí ha pasado ha sido muy importante. Los reportajes y noticias han logrado que a la gente le llegara el sufrimiento y las consecuencias de lo que estaba pasando en Japón a causa de dos cosas. Y ahora que ya muchas centrales nucleares podrían volver a funcionar, la población no les deja. Algo que tampoco es de extrañar. Tokio estuvo a punto de ser evacuado, millones de personas… Se le ponen a uno los pelos de punta.

Estuvo a punto de ser evacuado, pero no se evacuó. Los pronucleares insisten en que Fukushima refuerza su postura porque con todo lo que ha pasado no hubo ni un solo muerto por culpa del accidente nuclear.

Argumentar que no ha muerto nadie en Fukushima para defender la nuclear es de un cinismo brutal. La huella en la salud física y mental, ya lo saben allí, es inmensa. La contaminación de la cadena alimentaria en tierra y mar es enorme. Y además, como nos decía la directora de una guardería de la zona en el límite de la evacuación, lo peor de todo es que es un enemigo silencioso. Sabes que está ahí y que te puede estar haciendo daño, pero no sabes cuánto. Esta contaminación genera una angustia… La tasa de suicidios ha pegado un gran salto en Japón. Y todo esto hay que tenerlo también en cuenta. El cinismo de decir “todavía no se ha muerto nadie” implica esconder que no se trata de una catástrofe natural, sino humana: si se hubieran puesto las centrales donde debían, si se hubieran controlado los riesgos adecuadamente, si los sistemas de generación de energía… Todo humano, todo humano. Cualquier cosa que suceda no podemos achacarla al terremoto. Hay un esfuerzo denostado por parte de quienes quieren mantener el negocio nuclear a toda costa de querer convencer a los ciudadanos de que no ha pasado nada excesivamente grave.

Hay encima de la mesa una apuesta por nuevos reactores más seguros. ¿Imagina un futuro en el que se inauguraran nuevas centrales nucleares en España?

No. Para salir de la crisis, España debe vincularse de manera rotunda al desarrollo de las renovables. Exactamente en la dirección contraria que está imprimiendo este Gobierno. Porque va a haber dinero para eso, porque Alemania está promoviendo el salto, y porque nuestros expertos y capacidades en renovables deben aprovecharse de la financiación extra que va a haber. Y la va a haber en cuatro días. Y aquí nos vamos a encontrar con que entre los errores de la segunda legislatura de Zapatero y los de Rajoy, que son todavía peores, tendremos a muchas empresas que se han hundido. Estamos destruyendo tejido industrial que es precisamente lo que España necesita para sustituir a la nefasta burbuja inmobiliaria. Es una terrible miopía no ver que ahí hay un nicho de actividad, un sector que tiene demanda dentro y fuera, y que nos hace menos dependientes del exterior. Porque importamos el 90% de los combustibles que gastamos aquí. Incluyendo el uranio, que nunca se le menciona y lo compramos fuera.

«Si el dinero invertido en nucleares se hubiese dedicado a la energía solar, hoy día tendríamos un sistema energético absolutamente sostenible»

¿Es anticientífico el plantemaniento antinuclear? Muchos ecologistas critican que se levante un ATC, pero en algún lugar hay que almacenar los residuos.

Evidentemente hay un problema que solucionar. Quizá hubiera sido mejor opción optar por tener ATC en cada planta, desde el punto de vista económico y de seguridad. Pero una vez tomada la decisión, hagámoslo donde sea preferible. Porque el Gobierno ha optado por llevar el ATC al único sitio donde no le hacían ruido por un pacto político, no porque fuera el mejor técnicamente. Cuando hablamos de la ciencia y el papel que desempeña en todo esto, lo primero que pienso es que la ciencia tiene una capacidad inmensa de ir reduciendo de manera sistemática el coste de utilización de las renovables. A partir de ahora, el debate energético se va a mover únicamente alrededor de costes y beneficios económicos, y esto soportado por las posibilidades que brinda la ciencia. Hay que tener en cuenta que cuando surgió la energía nuclear las renovables no se conocían. El mundo ha cambiado muchísimo y han aparecido una cantidad de opciones científicamente probadas de obtener energía a costes decrecientes. Lo racional es que la humanidad se mueva en esa dirección.

¿Cómo casa el apagón nuclear con la reducción de las emisiones de CO2?

Se trata de una gestión de los riesgos y de su coste económico asociado. Ya sabemos que cuanto más hondo vayamos debajo del mar a buscar crudo más fenómenos inciertos se pueden producir y por tanto más costes adicionales a la extracción a la extracción de ese petróleo se pueden dar. Los informes de la AIE señalan que los hidrocarburos van a seguir subiendo sus costes y que los de las renovables van a ir bajando. Lo que ha pasado hace dos días en Arabia Saudí, que ha puesto en marcha un plan masivo de energías renovables, es un síntoma de unos tiempos que nada tienen que ver con el debate que teníamos hace unos años. Comparativamente, todo euro que pongamos en ahorro y eficiencia respecto de cada euro que pongamos en nucleares tiene una capacidad de reducir CO2 mucho mayor. Con todo el poder que tiene el lobby nuclear, no han conseguido convencer de que la energía nuclear es un mecanismo de desarrollo limpio, no han conseguido que Naciones Unidas equipare la energía nuclear a las renovables desde el punto de vista de la financiación extra para sustituir a las energías fósiles.

Fuente: esMateria.com