Desarrollado un nuevo catalizador que permite transformar CO2 en materia prima industrial

Desarrollado n nuevo catalizador que transforma CO2 en materia prima industrialUn estudio en el que ha participado el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha desarrollado un nuevo catalizador que permite la transformación de dióxido de carbono (CO2) en productos orgánicos aptos para el uso industrial. Los resultados han sido publicados en la revista Angewandte Chemie.

Los catalizadores son sustancias que aceleran las reacciones químicas sin alterar su composición. El catalizador desarrollado en este trabajo, basado en un complejo de iridio estable al aire, convierte de forma selectiva el CO2 en sililformiatos, unos derivados del ácido fórmico que contienen silicio. El ácido fórmico, tiene muchas aplicaciones en la industria química, en agricultura, en tecnología de los alimentos y en la fabricación de productos de cuero. Los sililformiatos se utilizan para la producción de polímeros de siliconas y como materia prima en síntesis orgánica.

«El desarrollo de nuevos procesos químicos selectivos y de alto rendimiento permitiría una mayor economía de recursos naturales, eliminar o disminuir en la medida de lo posible la producción de residuos, reciclar y transformar moléculas con un impacto ecológico negativo y minimizar el gasto energético», explica el investigador del CSIC Luis Oro, del Instituto de Síntesis Química y Catálisis Homogénea, centro mixto del CSIC y la Universidad de Zaragoza.

La reacción lograda por este estudio se produce a temperatura ambiente y presión atmosférica suave. Es muy selectiva, funciona sin disolvente y no origina residuos. Según el investigador del CSIC Francisco Fernández‐Álvarez, del mismo instituto zaragozano, «esta investigación puede suponer un avance importante para la transformación de CO2 en productos de interés industrial».

Fuente: MadrI+D

La extensión del hielo ártico alcanzó su mínimo histórico en 2012

deshielo articoEl deshielo del Océano Ártico registrado este año ha alcanzado el nivel más alto desde 1979, cuando empezaron a realizarse las mediciones. La extensión de hielo marino en 2012 es ya incluso menor que la de septiembre de 2007, cuando se registró el mínimo histórico.

Esta reducción ha sido confirmada por las imágenes de satélite captadas el 26 de agosto por un satélite de EEUU e interpretadas por la NASA y el Centro de Datos Nacional de Hielo y Nieve (NSIDC, en sus siglas en inglés).

Según revelan estas imágenes, el pasado 26 de agosto el hielo cubría 4,10 millones de kilómetros cuadrados, 70.000 kilómetros menos que la superficie registrada en septiembre de 2007 (que fue de 4,17 millones de km2).

Los investigadores de la agencia espacial estadounidense consideran estos datos particularmente preocupantes. Es decir, la capa de hielo previsiblemente se reducirá aún más. De hecho, el anterior récord se produjo el 18 de septiembre de 2007.

La capa de hielo que cubre el Océano Ártico crece durante el invierno y se deshiela parcialmente durante los veranos, en un proceso natural que actúa como regulador del clima mundial. Sin embargo, durante las tres últimas décadas los satélites que monitorizan el avance y el retroceso del hielo durante todo el año han observado una reducción de un 13% en la extensión de hielo durante los veranos.

Y no sólo disminuye la extensión. El espesor de la capa de hielo también se está reduciendo. Un fenómeno peligroso, ya que el hecho de que disminuya el grosor del hielo que no se derrite en verano ha contribuido, según los científicos, a que la extensión de la superficie helada este verano haya alcanzado el nivel más bajo de la historia. Y es que, según destacan, 2012 no ha sido particularmente caluroso en el Ártico, a diferencia del verano de 2007, cuando se registró el anterior récord.

«2007 fue un año mucho más cálido», ha recordado Joey Comiso, investigador del Centro epacial Goddard en Greenbelt, en una nota de prensa difundida por la agencia espacial estadounidense. Comiso advierte de las consecuencias que la reducción del espesor de la capa tendrá en el deshielo que se produce en verano.

El análisis comparativo de los datos muestra que, incluyendo este año, los seis registros más bajos han ocurrido en los últimos seis años (de 2007 a 2012).

Una vez que se completen los registros con los datos del mes de septiembre, los científicos de la NASA publicarán un informe completo sobre la temporada en el Ártico, que estará listo a principios de octubre.

La ruta ártica

Para los investigadores lo ocurrido en los últimos años muestra que el resultado de este año no es sólo un nuevo récord. Si contextualizamos la información recabada en los últimos años, se trata de un indicador de que el comportamiento de la capa de hielo del Ártico está cambiando.

Lo sabe bien el presidente ruso. Vladimir Putin ha visto rápidamente los beneficios comerciales ligados al deshielo, que está permitiendo por primera vez navegar por esta zona hasta ahora virgen. El pasado mes de julio promulgó una ley para regular por primera vez la navegación por la ruta marítima ártica, un trayecto que planea utilizar para transportar mercancías y que reduciría considerablemente el tiempo que se tarda ahora en ir desde Rusia a Asia cruzando por el canal de Suez. Para ello, planea construir infraestructuras y puertos en la costa ártica e invertir en potentes buques rompehielos.

Los conservacionistas también han mostrado su preocupación por las consecuencias que la retirada del hielo puede provocar en la migración de algunas especies animales por el impacto de estos cambios en la cadena alimentaria.

Fuente: El Mundo

Las emisiones de gases de efecto invernadero en la UE cayeron un 2,5 por ciento en 2011

Las emisiones de gases de efecto invernadero en la UE cayeron un 2,5 por ciento en 2011Las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en la Unión Europea cayeron un 2,5% en 2011 respecto al año anterior, según ha informado la Agencia Europea de Medio Ambiente (EEA, siglas en inglés), que destaca que esta mejora se produce a pesar de que ese año se incrementó el consumo de carbón y creció el Producto Interior Bruto (PIB) de la región.

Las emisiones de GEI cayeron aún más en los 15 Estados miembros que comparten un compromiso común respecto al Protocolo de Kyoto (EU-15), disminuyendo en un 3,5% entre 2010 y 2011. Basándose en estas estimaciones de la EEA, las emisiones de la UE en 2011 se sitúan  en aproximadamente un 17,5% por debajo del nivel de 1990. La EU-15 está en el 14,1% por debajo del nivel del año base del Protocolo de Kyoto.

Las principales razones de la disminución de las emisiones de GEI  fueron un invierno más suave en la mayor parte de la UE, que contribuyó a una menor demanda de calefacción de los hogares y un menor consumo de gas natural. Además, el consumo de energía renovable también siguió aumentando en 2011, lo que contribuyó a la disminución observada en las emisiones.

Por sectores, aquellos no incluidos en el régimen de comercio de derechos de emisión de la Unión Europea (EU ETS, siglas en inglés), redujeron sus emisiones alrededor de un 3,1%;  siendo los hogares y el sector servicios, los sectores que más contribuyeron a la reducción de emisiones de GEI. Asimismo, la EEA destaca que el sector transporte también contribuyó a esta mejora por cuarto año consecutivo. Mientras, los sectores que sí están incluidos en el EU ETS redujeron sus emisiones de efecto invernadero en 2011 en un 1,8%.

Detalles de las estimaciones de emisiones para el 2011 por parte de los Estados miembros se publicarán en un informe técnico de la EEA (EEA Technical Report). Este informe rastreará el progreso de los objetivos de mitigación de las emisiones de los gases de efecto invernadero bajo el protocolo de Kyoto y hasta 2020.

Fuente: MadrI+D

Comprobado: fertilizar el mar reduce el CO2

fertilizar con hierro reduce el co2 - efimarketNada de sembrar vientos para recoger tempestades. Si lo que se quiere es disminuir los gases de efecto invernadero, una ayuda puede ser sembrar el mar con hierro para fertilizar las algas.  El ensayo del barco Polarstern, en el que participan investigadores españoles, parece que ha dado sus frutos, según pubica Nature.

La idea parece sencilla… pero es arriesgada: si las plantas son el mayor sumidero de CO2 del planeta (la Amazonia no se ha ganado su apodo de pulmón del planeta solo por el oxígeno que libera), hay que ir donde más masa verde se acumula: el mar. Las algas, sobre todo las diminutas que forman el fitoplancton, son la base de la cadena trófica marina. Y, como buenos vegetales, necesitan cantidades ingentes de carbono para sus estructuras, por pequeñas que sean.

En verdad su problema no es la falta de este compuesto. Con lo que producen los humanos, el aire está lleno (y su cantidad va en aumento). Pero ni el alga más modesta se conforma con solo carbono. Igual que el ser humano tiene unos requerimientos de minerales y otros productos, a su escala las algas también lo necesitan. Así que la idea del proyecto consiste en abonar el mar para que las algas, así estimuladas, atrapen el CO2 al proliferar. Dicho y hecho. En enero de 2009 comenzó la siembra de seis toneladas de sulfato de hierro en polvo (como el que se vende como abono para plantas) en un área de 300 kilómetros cuadrados del  océano Antártico.

Los resultados han sido positivos. Según publica Nature, por cada átomo de hierro, se absorbieron 13.000 de carbono. Gracias al número de Avogadro y unas pequeñas reglas de tres, la proporción se puede visualizar más fácilmente así: por cada gramo de hierro, 2,7 kilogramos de carbono. La mitad de esta cantidad acabó a más de mil metros de profundidad cuando las algas murieron. Es decir, se consiguió el propósito de retirarlo de la circulación.

Sin embargo, ni siquiera los autores del trabajo lo consideran definitivo. El propio Victor Smetacek, un biólogo marino del Alfred Wegener Institute de Berlín que dirigió el trabajo, admite que hay todavía incógnitas. Ya hay experiencias en las que arrojar fertilizantes —de manera involuntaria— al mar han causado un desastre. Es lo que sucede con los desiertos marinos, como el de la desembocadura del Misisipí, donde las algas, al crecer, consumieron todo el oxígeno del agua y la dejaron yerma para cualquier forma de vida.

Otro riesgo es que se creen plagas de algas (como las famosas mareas rojas o pardas) que acaben con otras formas de vida por liberación de tóxicos o pura competencia por los nutrientes. Además, la composición del fitoplancton podría cambiar al modificar artificialmente sus condiciones de vida, con consecuencias imprevisibles.

La solución, como en casi todo lo que empieza, está en seguir investigando.

Fuente: El País

Los aerogeneradores producen 20 veces más energía que la utilizada en su fabricación

parque eólico - efimarketEs un hecho. La energía eólica es hoy en día ya la tecnología que más energía produce respecto al coste energético y de emisiones que representa su fabricación y puesta en marcha. En el Blog de Efimarket ya comentamos hace tiempo que la energía eólica es más barata que la nuclear. Ahora nuevas investigaciones abundan en los beneficios de esta tecnología limpia.

Durante la última década, los ingenieros y los científicos han estudiado las dudas acerca de la eficiencia de los parques eólicos. Ellos han demostrado que los aerogeneradores producen mucha más energía de la que necesitan para su fabricación, y que a pesar de que el viento tiene una estacionalidad difícil de estimar (un aerogenerador viene a funcionar unas 2.000 h/año de media), aun así disminuyen de forma importante las emisiones de carbono.

En el cálculo de estos ahorros de emisiones de carbono, los investigadores han tenido que considerar algunos factores como la exactitud y utilización de los pronósticos meteorológicos, así como la eficiencia de centrales eléctricas de respaldo de parques eólicos. Se concluye finalmente que el viento no es «carbono cero», pero es muy bajo en emisiones.

La enegía nuclear no puede competir contra el viento

Para evaluar el ciclo de vida de un parque eólico hay que sumar la energía necesaria para extraer, refinar, procesar y transportar los materiales de un aerogenerador, y añadir la energía utilizada para mantener y desmantelar un parque eólico en el final de su vida. A continuación, se comparan esto con la energía producida.

Un estudio de la Universidad de Vermont de 2010 reunió a los datos de 119 parques eólicos y se encontró que, en promedio, producen casi 20 veces la energía utilizada para construirlos, dos veces mejor que el caso de las centrales de carbón (Kubiszewski et al, 2010 ).

De los 69 parques que también informaron de las emisiones de carbono, el promedio de emisiones fue de 25 gramos de CO2 por cada unidad de electricidad generada, con un 98% de ahorro en emisiones respecto las centrales de carbón de potencia media. Esto concuerda con las cifras reportadas por otros como Weisser, 2007 y Tremeac y Meunier, 2009.

Figura 1 – ‘Retorno de la Inversión de Energía’ (EROI) de diferentes tecnologías. Esta es la cantidad de energía que producen, dividido por la energía necesaria para hacerlo funcionar. Un valor de 10 significa que el que generan 10 veces más electricidad que la necesaria para su puesta en marcha. La energía eólica supera claramente al carbón, que necesita mucha energía para la minería y el transporte del combustible. Las cifras de Kubiszewski et al, 2010 .

Las centrales de respaldo reducen el ahorro, pero aun así la eólica gana por goleada.

Cuando el viento amaina las demás centrales de energía tienen que asumir la carga. Sabemos que los arranques y paradas de una central energética son ineficientes: muchos de nosotros experimentamos esto cuando tenemos que pagar la diferencia en gasolina entre la conducción por ciudad, con contínuas paradas y arranques, y la conducción en carretera, a velocidad casi constante y sin problemas.

Valentino et al, 2012 han calculado el impacto de este efecto  sobre una base de datos meteorológicos reales y previsiones de viento para 15 emplazamientos en el estado de Illinois, EEUU. La ineficiencia de los arranques y paradas de las centrales de respaldo de los parques eólicos  dan un buen mordisco a los ahorros que aporta la energía eólica, pero dado que las centrales eléctricas más contaminantes se apagan antes que las demás, el ahorro sigue siendo grandes. Si Illinois consiguiera el 10% de su electricidad del viento, el ahorro en emisiones de CO2 sería de alrededor del 11%. Los ahorros son más grandes que un 10% debido a una cuarta parte de la potencia instalada en el estado de Illinois es nuclear, y no puede apagarse.

A medida que se agregara más potencia eólica, el ahorro crecería, obviamente. Pero si Illinois consiguiera el 40% de su electricidad a partir del viento, las emisiones de CO2 se reducirían sólo el 33%, mientras los reactores nucleares tendrían que producir algo menos.

Figura 2 – Fracción de la electricidad eólica (izquierda) y reducciones de las emisiones de dióxido de carbono (derecha), el gas principal responsable del calentamiento global, para el Estado de Illinois. Cifras reportadas por Valentino y otros, 2012.

Pero ¿qué pasa con los periódicos que decían el viento no es tan bueno, bonito y barato?

Algunos think tanks y periódicos han sido críticos de la energía eólica basandose en los cálculos de un par de jubilados holandeses, los físicos De Groot y Le Pair, que le fueron reportados en un artículo en la red. En el artículo se dejaba claro que:

«¿Cuánto eficiencia se pierde de esta forma y qué cantidad de combustible adicional se requiere para el equilibrio entre la oferta y la demanda? En este artículo se intenta hacer una conjetura».

Estos físicos retirados supusieron que la energía eólica no reduce las emisiones de CO2, un resultado muy diferente de Valentino y otros, que hizo uso datos reales de las centrales eléctricas. De Groot y los resultados Le Pair eran muy diferentes, ya que asumen que las previsiones de viento no se utilizan para gestionar la demanda y que todas las las centrales de respaldo eran las menos eficientes posibles.

Se dejaba claro en el artículo que estos autores no tenían datos reales y mostraban la esperanza de contactar con expertos que tuviesen datos reales o que pudieran mejorar significativamente sus estimaciones. Por suerte, Valentino y otros han hecho precisamente, y se puede comprobar que el resultado no es tan malo como se temía, ya que la energía eólica SI reduce de manera significativa las emisiones de CO2.

Lecciones

La energía eólica es baja en emisiones pero no está libre de ellasSu mayor problema es la necesidad de centrales de respaldo, que queman combustibles fósiles y son ineficientes (sobre todo en arranques y paradas). Incluso teniendo en cuenta estos efectos todavía se ahorraría emisiones de carbono en un estado como Illinois, aunque el ahorro global final depende mucho de la gestión de la red eléctrica y el clima local.

Incluso en áreas tan grandes como Alemania o Illinois existen importantes variaciones en la velocidad del viento, y mediante la dispersión de los parques eólicos en zonas alejadas entre ellas y la vinculación de las redes, eléctricas se consiguen reducir las fluctuaciones y las ineficiencias locales puntuales. También el almacenamiento de energía es una opción (elevando agua en centrales hidráulicas de bombeo o en un futuro almacenando en forma de hidrógeno la energía excedentaria). Sin embargo, esta última solución comprendería una inversión en energía importante para construir y aumentaría el coste, reduciendo el EROI.

Los think tanks y medios de comunicación se hicieron eco de  una ‘conjetura’, al que llamaron un «nuevo informe» que mostraba falsamente que los parques eólicos no reducen emisiones de CO2. Gracias al trabajo de Valentino y otros sabemos que estos primeros cálculos estaban equivocados. Al decidir qué tecnologías energéticas utilizar debemos incluir todos los costes, y esas decisiones deben ser resueltas mediante el método científico adecuado, en lugar de basarse únicamente en una ‘conjetura’.

Fuente: Ciencia Escéptica

Nuevo sistema ‘revolucionario’ para abaratar la reducción de CO2

De vez en cuando surge algún avance que lanza alguna esperanza de que un día logremos revertir el inexorable proceso del calentamiento global generado por la poco sostenible actividad humana. En Efimarket nos haremos eco de estas noticias, porque creemos que si los políticos dejan de ceder ante las presiones de los lobbys empresariales y empiezan a dignificar su trabajo con la toma de decisiones que realmente necesitamos, algun día podremos llegar a vivir sin destruir nuestro entorno, algo que tarde o temprano nos pasará factura también, y en un futuro no muy lejano pondrá en peligro nuestra supervivencia como especie .

El nuevo sistema consiste en un proceso de combustión con transportadores que quema el combustible con un óxido metálico de características especiales, que provoca que el CO2 quede apartado en la combustión y, por lo tanto, no haya que separarlo después, que es lo que eleva los costes.

«Este óxido metálico pierde el oxígeno, lo enviamos a otro reactor donde se regenera, vuelve a coger oxígeno, y se lo vuelve a dar al combustible. Es un proceso parecido a la sangre. La sangre se usa en el cuerpo para quemar y esa sangre va a los pulmones y se regenera», explica a Efe Juan Adánez, uno de los investigadores del proyecto.  En el sistema presentado ocurre lo mismo, ya que una vez regenerado se vuelve a quemar, un proceso ‘muy revolucionario’ que reduce el coste de la captura, que al final es lo que «empuja a poner en marcha estas tecnologías».

«Esto lo hace mucho más barato. Para que algo se ponga en marcha tiene que ser de bajo coste, que no te suba excesivamente el precio de la producción de la electricidad, porque si no es así no se utiliza», precisa el investigador.

El proyecto ha sido desarrollado en el Instituto de Carboquímica del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ubicado en la capital aragonesa, en colaboración con universidades europeas, fabricantes de calderas y grandes empresas petroleras del mundo.

El reto tecnológico necesario para controlar el cambio climático requiere reducir las emisiones de CO2 a un nivel muy superior al que se está llevando a cabo ahora. Para ello es imprescindible utilizar «procesos más avanzados» a los utilizados actualmente, indica Adánez, investigador perteneciente al Instituto de Carboquímica.

Uno de los sistemas que se ha desarrollado y puesto en marcha hasta ahora en algunos países como Noruega, Argelia, Canadá o Estados Unidos, consiste en capturar el CO2 y almacenarlo en formaciones geológicas, situadas a gran profundidad, donde se mantienen durante años.  De esta forma, se consigue evitar que las emisiones suban a la atmósfera y provoquen el calentamiento global, pero su elevado coste impide que se instale de forma generalizada en los diferentes países. Este inconveniente es el que ha impulsado al Instituto de Carboquímica del CSIC y a sus colaboradores a desarrollar un proyecto conjunto que tiene ya doce años de vigencia.

El plan de comercialización de este sistema, a pequeña y media escala, está previsto para el año 2020, en países como Suecia, España, Alemania, Holanda y Reino Unido donde las petroleras están muy interesadas en el proyecto.

En los últimos cuarenta años, las emisiones de CO2 a la atmósfera han pasado de 14 a 29 gigatoneladas al año, es decir el doble, una tendencia al alza que si no se frena con sistemas más avanzados acelerará el calentamiento global.

En este sentido, Adánez ha destacado que, para controlar el cambio climático, es necesario lograr que la temperatura media de la tierra no suba más de dos grados, para lo que habrá que reducir a la mitad las actuales emisiones de CO2 para el año 2050.

Fuente: MadrI+D

Las praderas submarinas almacenan mas carbono que los bosques

Un equipo internacional que cuenta con la participación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha descubierto que las praderas submarinas pueden almacenar el doble de carbono que los bosques templados y tropicales del planeta. El trabajo, publicado en el último número de la revista Nature Geoscience, confirma el papel tan relevante que estos ecosistemas cumplen en la mitigación de los efectos del cambio climático y el calentamiento global.

El estudio recoge el primer análisis global del almacenamiento de carbono en estas praderas. Se han compilado 3.640 estimaciones de carbono almacenado en el suelo y biomasa de 946 praderas submarinas distribuidas por todo el planeta. El trabajo demuestra que las plantas que rodean las costas pueden enterrar hasta 830 toneladas de carbono por hectárea en el suelo que albergan debajo, mucho más que cualquier bosque tropical, que tan solo tiene la capacidad de almacenar, de media, cerca de 300 toneladas por hectárea.

Sin embargo y a pesar de esta interesante virtud, las praderas submarinas son uno de los ecosistemas del planeta más amenazados. Según los científicos, se calcula que más de una cuarta parte de su extensión global se ha destruido, principalmente, por la eutrofización de la costa (debido a vertidos ricos en exceso de nutrientes) y los dragados del fondo, que están provocando que la tasa de pérdida global se acelere. «Las praderas pueden acumular depósitos de carbono orgánico en sus suelos de más de un metro de espesor», indica el investigador del CSIC en el Centro de Estudios Avanzados de Blanes Óscar Serrano. «En algunas como las de la especie Posidonia oceánica en el Mediterráneo, el espesor de estos depósitos puede ser de hasta más de cuatro metros», apunta.

Los investigadores también han calculado que, a pesar de que las praderas ocupan menos del 0,2% de la superficie oceánica, se encargan de enterrar más del 10% de todo el carbono anual que absorben los océanos. Según el estudio, estos ecosistemas acumulan el 90% del carbono que tienen en el suelo sobre el que crecen y, a diferencia de los bosques, continúan haciéndolo indefinidamente mientras sube el nivel del mar. «La gran capacidad de las praderas como sumideros se debe a que este ecosistema fija más carbono que el que consume o respira, a que parte de la producción neta del ecosistema se entierra y a que atrapan y entierran partículas de la columna de agua», indica el investigador del CSIC Carlos Duarte. «A diferencia de los suelos de los bosques, el sedimento en las praderas submarinas se acumula verticalmente mientras el nivel del mar sube y, por tanto, pueden aumentar su volumen a lo largo de siglos y milenios». Duarte también puntualiza que «La ausencia de fuegos en el mar contribuye también a que estos sumideros de carbono persistan».

Miguel Ángel Mateo, investigador del CSIC en el Centro de Estudios Avanzados de Blanes indica que «estos depósitos de carbono orgánico son el resultado de la acumulación durante siglos y milenios». En concreto, es en las praderas de Posidonia del Mediterráneo donde se ha encontrado la mayor concentración de carbono durante la realización de este trabajo.

Para los científicos, los resultados demuestran que «es fundamental conservar y restaurar las praderas submarinas para conservar su capacidad como sumidero de CO2». Su conservación, junto a la de los manglares y marismas, contribuiría a mitigar los impactos del cambio climático, además de preservar los beneficios que aportan a la sociedad.

Via MadrI+D

Aumento alarmante de los gases de efecto invernadero

Tuberías gasesLa concentración de gases de efecto invernadero no deja de aumentar en la atmósfera a pesar de la fuerte crisis económica que desde 2008 castiga a los países más desarrollados. Según los datos que ha dado a conocer la NOAA, la agencia atmosférica de EEUU, el calentamiento de la atmósfera terrestre producido por los gases de efecto invernadero de origen antropogénico se ha incrementado en un 29% desde 1990 hasta 2010.

El CO2 es el principal gas de efecto invernadero y además es el que mayor poder calorífico posee, por lo que se le imputa cerca del 80% del calentamiento producido desde 1990. En 2010, la concentración de CO2 aumentó ligeramente, alcanzando las 389 ppm (partes por millón), por las 386 ppm en 2009 o las 354 ppm de 1990. Se calcula que, a mediados del siglo XIX, antes del comienzo de la Revolución Industrial, la concentración rondaba las 280 ppm.

El metano también sube

El segundo gas con mayor poder de calentamiento es el metano, que registra un aumento continuo desde el año 2006, después de que sus niveles se mantuvieran estables durante una década y bajaran en el periodo 1983-1999, fruto del colapso de la antigua URSS y de una menor emisión de combustibles fósiles.

En cambio, a finales de 2010, la concentración de metano alcanzó las 1.799 ppm, por las 1.794 de 2009 o las 1.714 de 1990. Este aumento está asociado a la subida de temperaturas en el Ártico y una mayor precipitación en los trópicos durante los años 2007 y 2008.

El dióxido de nitrógeno ocupa el tercer lugar respecto a los gases de efecto invernadero más potentes, y también ha registrado un aumento continuado en sus niveles de concentración.

La vida de estos gases de efecto invernadero es muy larga, puesto que su permanencia en la atmósfera de la Tierra se prolongará durante décadas. Y como explica Jim Butler, investigador de la agencia, «el cambio climático tiene el potencial de afectar a muchos aspectos de la sociedad, incluido el suministro de agua, la agricultura, los ecosistemas o la economía».

Fuente: Público

El cambio climático puede estar encogiendo a animales

ArañaUn estudio publicado en la revista Nature Climate sugiere que el cambio climático ha hecho que animales y plantas se encojan debido al aumento de temperatura y la escasez de agua.

Los investigadores advirtieron que este fenómeno podría tener implicaciones profundas en la producción de alimentos.

«Muchas especies ya exhiben tamaños más pequeños como resultado del cambio climático y muchas otras son propensas a encogerse en respuesta a las reglas fundamentales ecológicas y de metabolismo«, escribieron Jennifer Sheridan y David Bockford en su ensayo.

«Esto podría tener un impacto negativo tanto en los cultivos como en fuentes de proteínas, como el pescado, que son importantes para la nutrición de los seres humanos», advirtieron.

Los expertos hicieron un seguimiento de las especies desde los registros fósiles hasta decenas de estudios que muestran que muchas plantas y criaturas como arañas, escarabajos, abejas, hormigas y cigarras se han encogido con el tiempo en relación con el cambio climático.

Ellos citaron un experimento que demuestra cómo plantas y frutas son entre un 3 y un 17% más pequeños por cada grado centígrado de calentamiento.

Cada grado de más también reduce entre un 0,5 y un 4% el tamaño del cuerpo de marinos invertebrados y entre un 6 y un 22% el de los peces.

Podéis leer el artículo completo en BBCMundo.