El gas asfixia el sistema eléctrico y a las renovables

El gas asfixia el sistema eléctrico y a las renovablesLa organización ecologista WWF, que publicó ayer su último Observatorio de la Electricidad, propone el abandono definitivo del carbón, al que acusa de ser el principal responsable del formidable incremento de emisiones de CO2 que ha experimentado el sistema eléctrico peninsular en el mes de junio. Según WWF, esas emisiones crecieron un 27,78% con respecto a las de junio de 2011 (6.399.454 toneladas de CO2 este mes de junio; 4.621.493, el mes de junio del año pasado). Por otro lado, el gobierno quiere recaudar con la tasa fotovoltaica que está preparando 550 millones de euros, y tiene previsto destinar este año 570 millones de euros en incentivos a fondo perdido al gas.

Con presupuesto del Ministerio de Economía y del Ministerio de Medio Ambiente, España ha invertido en los últimos cinco años, 770 millones de euros para la adquisición de créditos de carbono. El motivo ha sido que el país ha emitido más CO2 del que se comprometiera a emitir cuando ratificó el Protocolo de Kioto y, para compensar esos excesos, se ha visto obligado a adquirir créditos en los mercados internacionales de carbono. A pesar de ese enorme desembolso, la cantidad de créditos adquiridos es «claramente inferior a las necesidades reales», según el gobierno, por lo que la sangría de recursos económicos va a continuar.

Es más, necesariamente va a incrementarse ese desembolso (dinero que se vuelve humo), pues las emisiones ya se han incrementado, según el último Observatorio de la Electricidad de WWF, boletín mensual en el que la organización ecologista recoge las magnitudes clave de la energía eléctrica en España y en cuya última entrega, la relativa al mes de junio, WWF propone «abandonar definitivamente» el carbón, a la par que recuerda que la Comisión Europea ha criticado duramente al ejecutivo español por haber suspendido las ayudas a las renovablesen la «Evaluación del programa nacional de reforma y del programa de estabilidad de España para 2012«. Así, y según ese documento, «la suspensión de las ayudas a las energías renovables desalienta la inversión en el sector y hará difícil que España alcance sus objetivos energéticos y climáticos en el marco de la Estrategia Europa 2020». Más aún: la Comisión apunta en su «Evaluación…» que, con una menor proporción de energías renovables, la dependencia de España de la energía importada crecerá por encima de la tasa actual, que se sitúa en el 79%, valor que es ya muy superior a la media de la UE, que está en el 54%.

Gas subvencionado

Lejos del discurso ecologista, y asimismo del europeo, la administración de Rajoy no solo sigue subvencionando al carbón (el ministro de Industria, José Manuel Soria, ha prometido al sector 655 millones de euros este año), sino que también está subvencionando (con 26.000 euros por megavatio de potencia) a las centrales térmicas de gas natural. La subvención asciende a, concretamente, 26.000 euros por megavatio instalado durante diez años. Pongamos un ejemplo: el presidente de la Generalitat de Catalunya, Artur Mas, y el presidente de Endesa, Borja Prado, inauguraron el 30 de marzo de 2011 la central de ciclo combinado Besòs 5, que, según Endesa, «tiene una potencia de 859 MW y ha supuesto una inversión de 436 millones de euros«.

Un megavatio de carbón, casi una tonelada de CO2

Pues bien, si multiplicamos 859 MW por 26.000 euros y por diez años, la cantidad obtenida supera los 220 millones de euros, es decir, más del 50% de la inversión que declara Endesa. ¿Conclusión? Los consumidores pagan a Endesa más de la mitad de lo que cuesta levantar la central de ciclo combinado, o sea, que son inversores (en una cantidad superior al 50%) en la sombra: inversores en la sombra… aunque no, desde luego, propietarios de ese 50%. Por lo demás, cada megavatio hora eléctrico generado en una central térmica de ciclo combinado de gas natural emite 0,37 toneladas de CO2, según datos de Red Eléctrica de España (REE). En el caso del carbón, ese factor de emisión es mucho mayor. Según REE, un megavatio hora generado en una central térmica de carbón emite 950 kilos de CO2 (0,95 ton).

Los consumidores están pagando a las eléctricas sin saberlo más de la mitad de lo que cuesta levantar las centrales de ciclo combinado

Dinero que se volatiliza

¿Segunda conclusión? Mientras que, por una parte, los consumidores –vía tarifa (los 26.000 euros salen de ahí)– estamos financiándole a multinacionales como Endesa o Gas Natural Fenosa la construcción de centrales de gas, por otra estamos pagando multas multimillonarias porque emitimos más CO2 (por culpa del gas) de lo que debemos. ¿Segunda conclusión bis? Mientras que, por una parte, los contribuyentes –vía presupuestos generales del estado– estamos subvencionando la quema de carbón, por otra, estamos pagando multas multimillonarias porque emitimos más CO2 (por culpa del carbón) de lo que debemos. Según el gobierno, concretamente, España ha pagado hasta 770 millones de euros durante los últimos cinco años: 770 millones de euros convertidos en humo (en junio, según WWF, el carbón produjo en España 5.434.000 megavatios hora, MWh).

Con retroactividad

El colmo del surrealismo de la política energética española asoma llegado el turno de la solar fotovoltaica (FV). El gobierno no solo no incentiva la inversión en FV con 26.000 euros por megavatio de potencia instalado, sino que, antes al contrario, ha puesto en riesgo a los inversores al legislar con retroactividad. A saber. El ejecutivo había creado un marco muy concreto: el kilovatio generado en una instalación solar fotovoltaica –y en tanto en cuanto era un kilovatio limpio (no emisor de CO2)– merecía un premio, lo llamaron tarifa regulada. El ejecutivo establecía además un precio asimismo muy concreto para esa tarifa, un precio que reconocía esa singularidad específica: la electricidad FV, a diferencia de la convencional, no ensucia, es limpia. Y los inversores, a la luz de ese marco, avalado por el gobierno, diseñaron su hoja de ruta.

Seis mil euros de regalo en el último minuto

A saber: invierto tanto; mi instalación genera tanto; el gobierno avala que el precio que recibiré por cada kilovatio que yo inyecte en la red eléctrica será tanto (gracias a ese aval, por cierto, me ha prestado el banco); dado lo dado puedo devolver mi crédito en tales plazos; amortizo mi inversión en tales otros y, finalmente, obtengo el beneficio que persigo como inversor. Y así estaba todo hasta que… el 23 de diciembre de 2010, apareció en el Boletín Oficial del Estado el Real Decreto-ley (RDL) 14/2010, obra él del ministro de Industria Miguel Sebastián (que fue por cierto quien estableció los 26.000 euros de incentivo al gas; antes eran solo 20.000). El caso es que la norma en cuestión establecía una “limitación de las horas equivalentes de funcionamiento de las instalaciones fotovoltaicas hasta el 31 de diciembre de 2013”.

Prima solar hasta cierto punto

O sea, que lo de antes (la legislación previa) seguía siendo válido, sí, pero solo hasta cierto límite, o hasta cierta “limitación” (por usar la terminología BOE). El RDL de Sebastián decía así: «las horas equivalentes de referencia para las instalaciones de tecnología solar fotovoltaica acogidas al régimen económico establecido en el Real Decreto 661/2007, de 25 de mayo, por el que se regula la actividad de producción de energía eléctrica en régimen especial, serán 1.250 en las instalaciones fijas, 1.644 en las instalaciones con seguimiento a un eje y 1.707 en las instalaciones a dos ejes.» Y, así, una vez superado el límite de horas equivalentes, el importe a percibir por megavatio hora producido por cada instalación fotovoltaica empezaba a ser el precio correspondiente al mercado diario de casación.

Lo que dicta el mercado es dictadura

¿Conclusión? Si hasta el día de antes, algunos megavatios FV habían llegado a percibir hasta 470 euros (gracias a la prima), a partir de la entrada en vigor de ese RDL, algunos megavatios FV –generados más allá de la hora 1.250, allende la hora 1.644 ó después de la hora 1.707, según correspondiera– percibirían 45, 50 ó los euros que dictase el mercado. En fin, que a la característica incertidumbre de la meteorología, se sumaba (se ha sumado) la hasta entonces exorcizada incertidumbre de los mercados. ¿Por qué? Pues porque el precio en el mercado se fija hora a hora, es decir, que un mes puede tener 744 precios distintos de la energía, precios que además pueden variar muy mucho, pero que en todo caso giran en torno a los cincuenta euros, lejos, muy lejos, los 470 euros a partir de los cuales el inversor fotovoltaico (ese al que no le dieron 26.000 euros por megavatio instalado) había redactado su hoja de ruta.

El gobierno le pedirá 500 millones a la FV… ¿para dárselos al gas?

Seguramente 470 euros era una cantidad muy inflada, y seguramente justo es, muy justo, el ajustarla al tan traído y tan llevado «beneficio razonable», pero, de ahí, a cobrar diez veces menos… hay un abismo, o diez. El caso es que el sector las ha estado pasando canutas (el RDL susodicho habría supuesto, según la patronal FV,un recorte de 2.200 millones de euros) y ahora se enfrenta a otra andanada: un impuesto –el 19%– al megavatio hora generado (es el más alto de todos los impuestos energéticos que está preparando el gobierno y pretende recaudar con él 550 millones de euros). A que no sabes cuánto ha presupuestado el gobierno este año como incentivo a la inversión en gas (los famosos 26.000 euros por megavatio)… Sí: 570 millones de euros.

Fuente: energías-renovables.com

Soria deja via libre a una nueva subida de la luz en octubre

Soria deja via libre para una nueva subida de la luzLeíamos ayer en El Economista que el Ministro de Industria, Energía y Turismo no descarta una nueva subida del precio de la luz en octubre, aunque ha matizado, que de producirse, vendrá determinada por la subasta de energía en el mercado.

En este sentido, ha asegurado que el Gobierno no subirá la parte regulada del recibo eléctrico en octubre, por lo que el precio final de la luz dependerá del coste de la energía que arroje la subasta entre operadores que se celebrará este mes.

Ya hemos explicado muchas veces en el Blog de Efimarket que la tarifa de último recurso (TUR), que se revisa cada trimestre (en abril subió el 4% y en julio el 7%), resulta de la suma de dos componentes: los peajes -que retribuyen los costes regulados del sector y que fija el Gobierno-, y el precio de la energía que resulta de las subastas denominadas Cesur.

Así, Soria ha explicado que las variaciones en la factura de la luz van a estar condicionadas por quienes ofrecen al mercado energía frente a los que compran, quienes podrán fijar un precio mayor o menor del que ofrecieron antes. «Si sube, si baja, o se mantiene en el mes de octubre va a depender únicamente del mercado, por lo que el Gobierno no va a interferir con más medidas».

Estas declaraciones no hacen más que dar vía libre a las compañías eléctricas para que sigan manipulando de forma velada las subastas CESUR. En los pasados meses se ha investigado por parte del Gobierno y la CNE los sospechosos aumentos en los precios de la subasta (hasta un 30% en algunos casos) días antes de la misma, así como su posterior descenso, pero no se ha podido demostrar la relación directa de las compañías energéticas con este fenómeno, culpable en parte de que el precio de la electricidad en España sea tan elevado.

Guerra a las gasolineras

Por otro lado, el ministro ha anunciado este lunes que convocara «a lo largo de esta semana» a los máximos responsables de la industria petrolera para expresarles la preocupación del Ejecutivo por el incremento del precio de los carburantes, al tiempo que ha solicitado la colaboración del sector que «no puede quedar al margen» de los sacrificios que se están emprendiendo.

El Ministro ha asegurado también en Televisión Española que se reunirá con las petroleras españolas para tratar la «desproporcionada» subida en el precios de los carburantes.

Asimismo, el titular de la cartera de Industria ha asegurado que el Gobierno está «muy preocupado» por la situación del sector, dado que «no puede admitir –como ocurrió en agosto– que cinco décimas del IPC se atribuyeran al precio del combustible».

Y aqui tenemos otro sector en el que no paran de engañar al ciudadano, ya que, al igual que ocurre con la electricidad, las gasolinas en España son las más caras de España, una vez eliminada la parte de impuestos incluida en el precio. ¿Como puede ser que en uno de los países más empobrecidos de Europa actualmente, tengamos al mismo tiempo la electricidad y las gasolinas más caras? Es difícil de entender tal desaguisado, si no se asume que durante los últimos 20 años los políticos que hemos sufrido han dedicado más esfuerzos a perpetuarse en el poder que a resolver los verdaderos problemas de los ciudadanos.

Redacción Efimarket

Garoña y el «ya no te ajunto» de las eléctricas al Gobierno del PP

garoñaEsta semana pasada conocimos que la empresa propietaria de la central nuclear de Garoña, Nuclenor (participada al 50% por Endesa e Iberdrola),  no ha solicitado a tiempo el permiso de renovación para poder seguir explotando esta central hasta 2019.

El portavoz adjunto del Partido Popular en el Congreso, Rafael Hernando, tachó de «irresponsabilidad» y de «incomprensible» la decisión de la empresa, ya que según dijo, renunciar al permiso de explotación es una «frivolidad absolutamente incomprensible» por parte de Endesa y de Iberdrola, más aun cuando ambas empresas solicitaron al Gobierno la derogación de la orden ministerial con la que el Gobierno socialista propuso el cierre de esa central nuclear para 2013.

Aunque desde Nuclenor no se ha dado una explicación formal sobre el cambio de opinión, Hernando tachó de «sorprendente» que la marcha atrás de Nuclenor se pudiera justificar por la existencia de incertidumbres regulatorias. «Sería muy preocupante que eso se pueda interpretar como un chantaje contra el Gobierno, lo cual sería muy grave», dijo.

Y tan grave. Pero no ya por el chantaje en si, sino por las implicaciones que tiene todo este asunto. Resulta que el Gobierno anda preparando su cacareada reforma energética, que ha enfrentado a los responsables de la cartera de Industria y Hacienda, disputa en la que ha tenido que mediar la vicepresidenta Sáenz de Santamaría para que no llegara la sangre al río. Y precisamente en esa reforma van incluidas algunas medidas impositivas a la actividad de la energía hidráulica y nuclear.

Pues bien, vistas las orejas del lobo, ahora resulta que Endesa e Iberdrola se piensan lo de mantener a Garoña abierta, porque claro, no es lo mismo si ahora vienen y nos ponen un impuesto a nuestra maravillosa producción nuclear. Cuánta codicia esconde el sector energético, que parece venir a usar el «así no juego», que solíamos usar de niños, cuando alguien imponía alguna regla o condición en el juego que no nos favorecía.

Y cuan traicionados se han sentido los gobernantes del PP, que habían hecho suya la causa de las todopoderosas eléctricas (donde más de uno sueña con un retiro dorado tras su paso por la política), y que ahora han quedado en evidencia, sufriendo de la ya demostrada en el pasado insolidaridad de estas empresas.

Cuando las cosas vienen mal dadas y se viven tiempos difíciles, es cuando se demuestra quien es amigo de verdad y quien no. Y en estos momentos, las compañías eléctricas y el Gobierno parece estar revisando su  tratado de «amistad», dados los últimos malos gestos que han estado protagonizando.

Desde nuestra humilde tribuna esperamos que estas circunstancias ayuden a que el Gobierno se tome en serio su responsabilidad sobre el tema y deje de tener en cuenta tanto a las empresas energéticas, que siempre caen de pie, como los gatos (siguen con enormes beneficios a pesar de la crisis) y empiecen a pensar un poco más en los ciudadanos, que a parte de pagar la electricidad más cara del mundo, acecha sobre nuestras cabezas la enorme losa del déficit tarifario.

Redacción Efimarket

 

La voluntad de los autoconsumidores

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Hoy compartiremos la opinión de Ana Marco, que recientemente publicó este artículo en la revista online Energías Renovables, y que disecciona y critica con buena pluma el futuro decreto del balance neto. Como muchos sabeis, el sector fotovoltaico no espera que el nuevo decreto sea muy favorable al autoconsumo y sin embargo sí mucho a las compañías eléctricas. Pero sin más os dejamos con este interesante artículo.

«Va a ser difícil impedir la proliferación de pequeñas instalaciones domésticas de producción para  autoconsumo. Se ve que va a ser difícil porque todos los argumentos y argucias disuasorias que se han ido utilizado chocan una y otra vez con la voluntad inamovible de las personas convencidas de que todos debemos colaborar para cambiar este modelo depredador que nos está devorando.

Primero pretendían que no nos enteráramos. En verano del 2009 nadie conocía en España el sistema de medición neta cuando ya era utilizado en la mayor parte de los países desarrollados e incluso sin desarrollar. Me refiero a un sistema en el que las distribuidoras eléctricas pagan por la energía excedentaria que se vierte a sus redes ya que los beneficios que proporciona son indudables (reducen pérdidas e inversiones).

Despues intentaron convencernos de que éramos inversores: se hablaba de que las pequeñas instalaciones no eran rentables y no merecía la pena fomentarlo porque nadie querría instalarlo ¡como si el ciudadano pensara en la rentabilidad cuando se compra una lavadora o un coche o cuando lo que quiere es luchar contra el cambio climático!

Luego salió el borrador de Balance Neto donde ya nos dijeron que de pagar al autoproductor nada de nada, que eso era hacer negocio sin ser empresa y que sería mucho mejor regalar la electricidad excedente anual a las compañías eléctricas, que ellas sí saben cómo hacer negocio (hay que reconocer que en esto no les falta razón). Y los ciudadanos, erre que erre: Que no nos importa, que aún regalando la energía a las eléctricas vamos a ponernos nuestras plaquitas fotovoltaicas en casa y aportar nuestro granito de energía a la civilización frente a la barbarie.

Por cierto que ahí seguimos, esperando que el borrador se convierta en Real Decreto de una vez y a ver cómo sale porque ahora, en el colmo del cinismo y  dando por supuesto que los ciudadanos somos completamente idiotas, se está discutiendo qué peajes tendremos que pagar por disfrutar del famoso «balance neto» argumentando  incluso insolidaridad por parte del autoconsumidor frente al déficit de tarifa.

Mientras tanto muchos, hartos de esperar, han decidido montarse su pequeños kits solares de autoconsumo y regalar, con plena consciencia, toda la energía que no consuman instantáneamente al sistema eléctrico. ¿Y qué hacen algunas eléctricas? Pues han colocado un contador que en vez de restar la electricidad que generan, o al menos no contarla, la suman a la consumida. Sí, cobran la electricidad que les están regalando como si la estuvieran suministrando.

Ante el evidente «error de programación del contador» se impone solicitar la verificación al Servicio de Industria de la Comunidad Autónoma que es quien tiene la responsabilidad de que la medida sea correcta y sirva de base a la facturación como marca el RD 1955/2000 en su articulo 96: «Comprobación de los equipos de medida y control. 1. Tanto las empresas distribuidoras y, en su caso, las comercializadoras o el operador del sistema, como los consumidores, tendrán derecho a solicitar, del órgano de la Administración competente donde radique la instalación, la comprobación y verificación de los contadores, interruptores de control de potencia (ICP) y otros aparatos que sirvan de base para la facturación, cualquiera que sea su propietario«.

Y puesto que la única función del contador eléctrico es medir los consumos producidos para servir de base a la facturación y para cumplir esa función el usuario carga con el coste pagando un precio de alquiler, o bien adquiriendo el contador en propiedad para evitar el alquiler, todo lo demás sobra. Es decir que si quieren ponernos un contador nuevo que mide un montón de cosas, discrimina las medidas por horas, etc., (o sea un artilugio para ofertar servicios comerciales además de controlar nuestros hábitos en la intimidad del hogar), debe ser algo que demande el cliente, no algo que impone la eléctrica, aumentando además el alquiler. En definitiva, el mínimo que necesita la distribuidora es la lectura de la energía para poder facturar la energía que nos suministra, por tanto ese es el contador que nos tendrá que poner, las sofisticaciones, y más si hemos de pagarlas, deberían preguntar si las queremos o preferimos tener nuestro propio sistema para gestionar el consumo.

Aunque hasta ahora la Administración parece preferir alinearse con las poderosas eléctricas en vez de con los ciudadanos a los que administra, la voluntad de los autoconsumidores va por delante de las leyes y mas temprano que tarde conseguirá que prime el bien común frente a los intereses económicos de algunos.»

Y volvemos de vacaciones el día que se aprueba la reforma energética en Consejo de Ministros… o no.


Hola a todos! Después de unos necesarios días de asueto en los que hemos  disfrutado del descanso y repuesto fuerzas, volvemos cargados de ganas e ideas para seguir ofreciendo la mejor información sobre energía a nuestros lectores.

Y no podíamos volver en mejor fecha! Precisamente hoy parece que finalmente se aprobará en Consejo de Ministros la cacareada reforma energética, cuya aprobación lleva casi dos meses aplazándose [actualización (27/08/2012): finalmente no se aprobó porque seguían las discrepancias entre Soria y Montoro]. Esos sucesivos aplazamientos no deparan nada bueno. Ya se filtró anteriormente, y así nos hicimos eco en El Blog de Efimarket, de parte del contenido de la citada reforma. Y hay que decir que esta reforma parece que no va a gustar prácticamente a nadie.

Casi todos los actores del sector energético se van a ver afectados por un aumento de la tributación gracias a la aplicación de una nueva serie de tasas que gravarán tanto la generación con energías convencionales como a las renovables, muy castigadas ya por anteriores decretos que han ido reduciendo su retribución, de forma ilegalmente retroactiva y además incumpliendo el contrato firmado entre los productores y el estado.

En el sinsentido y secretismo que rodea el proceso de «cocción» de la reforma, hemos sabido que el Ministro Soria declaraba que «las renovables recibirán más incentivos». Debe referirse a un futuro lejano, porque todas las acciones de los últimos años, y al parecer también en la línea del nuevo Gobierno, van dirigidas a recortar cuantas más primas del régimen especial sea posible.

Tambien ha habido «pelea de gallos» en el corral. Y es que tanto Soria (Ministro de Industria) com Montoro (Ministro de Hacienda) han tenido sus diferencias durante la elaboración de la dichosa reforma. Los dos gallitos quieren mandar en el corral, y al parecer no se ponían de acuerdo con las tasas y nuevos impuestos que van a cobrar a las empresas energéticas.

Al final ha tenido que salir Super-Soraya, esa Ministra que es capaz de parir, dirigir el Consejo de Ministros y actuar de portavoz del Gobierno a la vez (si fuera hombre seria imposible, ya saben eso que dicen…) y mediar para restarle importancia al revuelo causado por la pelea de Ministros gallitos. Para zanjar la discusión declaró que «aquí al final no decide ni Soria ni Montoro, quien decide es el Consejo de Ministros», que es un eufemismo para decir que se iba a aprobar lo que a ella le saliera de los ovarios, con permiso de Mariano.

Y en fin, eso es lo que hay. Aqui estamos esperando a ver que demonios aprueban para intentar solucionar el agujero de 25.000 millones de euros del déficit tarifario que cada año engorda entre 6.000 y 7.000 millones de euros adicionales. La cuestión es que esperamos que las nuevas medidas tengan cierta efectividad, porque si ese déficit tuvieran que sufragarlo los consumidores, habría que subir de nuevo el precio de la electricidad entre un 40% y un 60%, cuando actualmente soportamos ya el precio de la electricidad más caro de Europa y probablemente del mundo.

Vaya bienvenida de las vacaciones! Os seguiremos contando las novedades al respecto. Manteneos alerta!

 Redacción Efimarket

El trienio dorado de las eléctricas durante el trienio negro de la economía española

enriquecimiento de las electricas - efimarketLa Asociación Nacional de Productores e Inversores de Energías Renovables (Anpier) difundió la semana pasada un duro comunicado en el que denuncia que, «en el último trienio, en un ciclo económico adverso, las tres grandes compañías eléctricas españolas han alcanzado los 21.991 millones de euros en beneficios y otorgan sueldos millonarios a sus directivos». A la par, señala la asociación, «los ciudadanos españoles estamos pagando un 70% más que en 2006 en nuestras facturas».

Anpier, que se está revelando en los últimos meses como una de las asociaciones más beligerantes en la defensa de los derechos del sector de las renovables, ha difundido la semana pasada un durísimo comunicado en el que, por una parte, critica «la doble moral de las grandes eléctricas españolas» y, por otra, lamenta que estas compañías «estén únicamente orientadas a incrementar sus cifras de facturación y den la espalda a la nueva realidad social, económica, medioambiental y energética» de la España de 2012. En este sentido, “estamos presenciando situaciones escandalosas”, apunta Miguel Ángel Martínez-Aroca, presidente de Anpier, que denuncia que “en el último trienio, las tres grandes compañías eléctricas españolas han alcanzado los 21.991 millones de euros en beneficios, mientras que los ciudadanos españoles estamos pagando un 70% más que en 2006 en nuestras facturas».

El delirio en los noventa

También conviene recordar, ha dicho el presidente de la asociación, que los veinte millones de abonados españoles «contribuyen con un porcentaje fijo de cada una de sus facturas a lo que fue una especie de rescate de estas empresas* en concepto de moratoria nuclear, moratoria decretada en el año 1984, que supuso 63.904.143,03 euros en 2011 y cada año una cantidad similar a cambio de nada”. El ministro de Industria y Energía desde 1993 y hasta 1996, Juan Manuel Eguiagaray, señaló en su momento que “es conocido que en pleno proceso de transición a la democracia el sector público hubo de rescatar financieramente a las empresas eléctricas del país, que se habían embarcado en un proceso de inversión faraónico, derivado de una planificación delirante, en absoluta contradicción con las necesidades constadas de la demanda eléctrica en España”.

«El modelo Unesa hipoteca nuestro futuro y el de nuestros hijos»

Por fin, el comunicado de Anpier alude asimismo a la Unión Europea, que, «muy pendiente da la nueva reforma del sector», ha advertido recientemente –en el informe nº 310, de 30-05-2012– que “una competencia insuficiente en el sector energético ha contribuido a la constitución del déficit tarifario al favorecer una compensación excesiva de algunas infraestructuras, tales como centrales nucleares”. El informe añade además que “la suspensión de las ayudas a las energías renovables desalienta la inversión en el sector”. Según Martínez-Aroca, las grandes compañías eléctricas españolas “se envuelven y promocionan bajo la túnica de la sostenibilidad medioambiental y el respeto a las personas, para luego atacar a las energías renovables y sostener un modelo nocivo y peligroso, hipotecan el medio ambiente, nuestro futuro y el de nuestros hijos, todo para engrosar las cifras de facturación y sus retribuciones personales”.

La España nuclear, con nombre y apellidos

La Asociación Española de la Industria Eléctrica cuenta solo con cinco empresas asociadas, lo que da idea del caracter oligopólico (imperfecto, si se quiere) del sector eléctrico español. Las compañías miembro de Unesa son, concretamente, las siguientes: Endesa (multinacional de origen español hoy en manos de la eléctrica italiana ENEL), Iberdrola (uno de cuyos principales accionistas es Qatar Holding LLC), E.ON España(filial de la multinacional alemana), HC Energía (compañía de origen asturiano hoy propiedad del grupo luso Electricidade de Portugal, EDP), y Gas Natural Fenosa, cuyos dos principales accionistas son CaixaHolding y Repsol. Iberdrola, Endesa, HC y Gas Natural son las propietarias de los ocho reactores nucleares que operan en España (el único miembro de Unesa que no participa en el parque nuclear español es el gigante alemán E.ON). Según la patronal del sector atómico español, Foro Nuclear, así estaría distribuida la propiedad de las centrales nucleares españolas.

Almaraz I y II. Iberdrola es propietaria del 53% de Almaraz I y II, Endesa del 36% y Gas Natural del 11%.
Endesa es la propietaria de Ascó I.
Endesa, con el 85% e Iberdrola, con el 15%, son las dos propietarias de Ascó II.
Cofrentes. Es propiedad de Iberdrola.
Garoña. Nuclenor, participada por 50% Endesa y 50% Iberdrola, es su propietaria.
Trillo. La central es propiedad de Iberdrola (48%), Gas Natural (34,5%), HC Energía (15,5%) y Nuclenor (2%). Nuclenor está participada por Iberdrola 50% y Endesa 50%.
Valdellós II es propiedad de Endesa, con el 72%, e Iberdrola con el 28%.

Fuente: Energías Renovables

La opinión de la semana: las cuentas de mi coche

hogares verdes - efimarketEl programa Hogares Verdes es un programa estatal que se reproduce en varias Comunidades Autónomas, y que consiste en dar a conocer el concepto de sostenibilidad, ahorro y eficiencia energética a las familias que participan, así como a dotarles de la capacidad para implantar medidas de ahorro eficaces y contribuir a la eficiencia global difundiendo estos conocimientos.

Un grupo de participantes en estas iniciativas han creado el Blog Hogares Verdes, en el que se publican entradas relacionadas con el ahorro energetico en los hogares. 

Una de esas entradas nos ha llamado especialmente la atención, y habla del gasto que representa la propiedad de un vehículo en la economía familiar. En el artículo hacen unas sencillas cuentas que todos podemos realizar, para finalmente llegar a la misma conclusión que ellos: un vehículo, independientemente del modelo, es sobre todo un producto de lujo. Consume un montón de recursos y su valor se deprecia rápidamente. Esto mas o menos todos lo sabíamos. Pero os recomendamos ver al detalle un ejemplo como el que os proponemos para que veáis la «dimensión de la falla».

Ya sin más dilación, reproducimos a continuación el artículo.

Las cuentas de mi coche, o cómo la crisis favorece repensar la movilidad personal

mantenimiento del coche - efimarketLa mayoría de nosotros sabe perfectamente lo que paga mensualmente de hipoteca; algunos menos, lo que supone la factura de electricidad, gas o teléfono, pero… ¿tenemos idea de cuánto nos cuesta realmente el coche?, ¿conocemos cuál es su peso dentro de la economía doméstica? Yo he decidido sacar la calculadora y tratar de entender qué implica para mi bolsillo moverme en coche. ¡Y os animo a hacer el mismo ejercicio!

Vivo en Segovia, a 15 kilómetros de Valsaín, el pueblo donde se ubica mi puesto de trabajo, y los horarios del transporte público -o sea el autobús que comunica ambas localidades- no se ajustan a los míos, de modo que llevo más de una década utilizando mi vehículo particular para ir a trabajar.

Desde hace un tiempo, vengo dándole vueltas a la idea de reducir esta dependencia del coche, que en mi caso se relaciona principalmente con la movilidad laboral, puesto que el resto de mis necesidades cotidianas de desplazamiento, en una ciudad pequeña y compacta como Segovia, las resuelvo habitualmente a pie o con el servicio de autobuses municipales. Pero el coche está ahí, es cómodo, fácil y se adapta como un guante a mi peculiar horario de jornada reducida, que también hace imposible el compartir viaje con algún compañero de trabajo.

Sin embargo, la actual coyuntura de crisis favorece el saludable ejercicio de repasar las costumbres cotidianas y tratar de identificar formas de reducir gastos, de modo que me he puesto, por fin, a hacer números y entre ellos… ¡¡¡LAS CUENTAS DE MI COCHE!!!

Sí, hay muchas razones para replantearse el uso del coche, y yo tengo algunas especialmente claras: las de tipo ambiental y urbanístico, por ejemplo, pero tengo que confesar que hasta hace poco no me había parecido relevante profundizar en el enfoque económico de la cuestión. Ha llegado el momento.

He aquí los cálculos y las reflexiones que han surgido al hilo de los resultados, que comparto con todos vosotros:

Datos básicos del vehículo:

o   Marca y tipo: RENAULT CLIO,

o   Antigüedad: 9 años (adquirido en marzo de 2003)

o   Coste de adquisición: 10.570 €

o   Combustible: gasolina de 95 octanos

o   Consumo medio: 5,5 l/km (dato del ordenador del propio coche)

o   Kilometraje medio anual: 11.500 km/año

Gastos anuales[1]:

o   Reparto anual del coste de adquisición[2]: 1.057 €

o   Seguro: 290 €

o   Impuesto municipal sobre vehículos: 63,24 €

o   Mantenimiento, ITV y reparaciones: 325 €

o   Repuestos de batería y neumáticos[3]: 64,5 €

o   Multas[4]: 80 €

o   Aparcamiento[5]: 12 €

o   Gasolina[6]: 885,5 €

TOTAL: 2.777,24 € al año

2.777 € al año; 231 € al mes; 7,60 € al día… Parece una cantidad bastante imponente, sobre todo si la comparo con mi sueldo, puesto que supone reconocer que, cada año, dedico dos mensualidades a mi vehículo -en circulación y, principalmente, parado- y, ¡horror!, que en los últimos 9 años he invertido un año y medio de sueldo en costearme la adquisición y uso del coche.

Suena fatal, pero no nuevo, ya que, a finales de los años sesenta, Ivan Illich escribía en su libro Energía y equidad que “sumando al precio del coche el seguro, multas, reparaciones, estacionamientos, combustible, mantenimiento y horas perdidas en los embotellamientos, unos 11 años de nuestra esperanza de vida se destinan a sacar adelante la pervivencia de nuestro coche.”[7]

En fin, a lo que iba, que las cifras son llamativas, pero podrían serlo mucho más teniendo en cuenta que:

  • tengo un coche barato, de gama baja, que compré, ya matriculado por la casa, con la oferta de kilómetro cero;
  • al no tener garaje, mis gastos de aparcamiento son irrisorios (el precio medio de alquiler de una plaza de garaje en Segovia es de 55 €/mes, lo que aumentaría en 660 € el coste anual, y el precio medio de venta es de 22.500 €, ¡el doble de lo que costó el vehículo!);
  • no dedico ni tiempo ni dinero al lavado, acicalamiento ni tuneado de mi coche;
  • no he tenido grandes averías (todavía… los años tampoco pasan en balde para mi CLIO y pronto la obsolescencia programada de sus piezas empezará a dar que hablar).

Bien, con todos los considerandos anteriores, y convenientemente impresionada por las cuentas de mi coche…¿qué reflexiones me surgen?

La primera, que el coche privado es un lujo que nos pasa desapercibido; la independencia y libertad que nos proporciona tiene un precio, pero a menudo es un precio desconocido o poco relevante porque no lo contextualizamos en nuestra realidad.

La segunda, que debo explorar qué alternativas realistas tengo para mi movilidad cotidiana al trabajo, con vistas a:

  • reducir el gasto dependiente del uso –gasolina, repuestos y reparaciones-
  • estirar al máximo la vida del vehículo (cuanto más dure, menos me habrá costado al año)
  • acostumbrarme a una vida sin coche, puesto que dudo mucho que vuelva a hacer una inversión así cuando acabe la vida útil de mi CLIO.

Os animo a hacer este ejercicio de realismo y enfrentaros a las cuentas de vuestro vehículo!


[1] Los cálculos están realizados con datos exactos del año 2012 para los conceptos: seguro e impuesto municipal; con datos de otros años, para hacer medias, en los conceptos: mantenimiento y reparacionesrepuestos (batería y neumáticos) y consumo de gasolina; y finalmente con aproximaciones realistas para los conceptos de: multas y aparcamiento.

[2] He decidido hacer un cálculo tipo “cuenta de la vieja”, repartiendo el coste total del coche entre 10 años de uso, que es una media de vida bastante realista -dado que he cumplido ya el noveno -, y teniendo en cuenta que, con una década, un coche ya no “vale” nada, es decir que no puedo contar con recuperar nada de la inversión de una potencial venta.

[3] He considerado un recambio de batería cada cuatro años, a un coste de 50 €, y de los cuatro neumáticos cada 40.000 km, a un coste de 180 €.

[4] 80 € es el coste estándar del tipo de multa habitual que he sufrido estos años, relacionado con el estacionamiento. He considerado una media de una infracción anual.

[5] No tengo aparcamiento ni alquilado ni en propiedad, por lo que no he imputado en este concepto más que el coste (estimado) de los tickets de aparcamiento en zona verde (mínimo: 0,60 € la media hora) o azul (mínimo: 0,30 € la media hora) que, de forma esporádica, utilizo en las calles de Segovia.

[6] El cálculo se ha hecho a partir de los datos de kilometraje medio anual y consumo medio, y de un precio medio de 1,4 €/l de la gasolina de 95 octanos (en Castilla y León, la aplicación del llamado céntimo sanitario al combustible hace que su coste sea más elevado que en el resto de España).

[7] Vicente Verdú: La otra ciudad. El PAÍS, 30 de abril de 1999:http://elpais.com/diario/1999/04/30/sociedad/925423210_850215.html

Visto en Blog Hogares Verdes

La electricidad española es prácticamente la más cara del mundo

record-guiness-efimarketReproducimos a continuación un magnífico post publicado en el Blog de Josep Manuel Novoa, en el que el autor resume con maestría la historia del sector energético español, y desgrana uno por uno la sucesión de hechos que han llevado a que en España se pague la electricidad más cara del mundo, según el autor (aunque yo tengo otros datos: en Europa nos superan Chipre y Malta; del resto del mundo no tengo datos, pero me extrañaría que se pagara más cara que en España). Es un post largo, pero merece la pena leerlo con detenimiento.

¡Lo han conseguido! La electricidad española es la más cara del mundo

Como todo récord mundial, se necesita esfuerzo y dedicación, ya qua al liderato no se accede por casualidad. Se han tenido que dedicar ímprobos esfuerzos para que los precios da la electricidad en nuestro país sean los mas caros del mundo industrializado. La clase política, lejos del papel que le corresponde, y con independencia de la formación a la que pertenezca el Gobierno de la nación, ha arrimado al hombro junto a las “familias” dominantes en el sector eléctrico para conseguir la proeza de figurar en el informe de la consultora National Utility Service (NUS) qua señala a España como el país más caro por sus costes de energía eléctrica. No solo se ha conseguido este récord Guinness, sino que la liberación del mercado eléctrico se ve como una parodia nacional al más puro estilo del cine de Berlanga. Los precios se han resistido a bajar a pasar da la liberalización del sector y las sucesivas medidas adoptadas por el Gobierno trapicheando con las tarifas. En casi todos los países que recoge el informe NUS, el precio de la electricidad desminuyó, destacando los descensos tarifarios en Suecia con un 20,37%, Dinamarca con un 15,57% o Italia con un 12,05%. Por al contrario, la tarifa eléctrica española no ha variado a la baja, todo lo contrario desde 2008 se ha incrementado en más del 50%.

La codicia de las compañías eléctricas no tiene fin, no satisfechas en su lloriqueo perpetuo persisten que el próximo 30 de marzo se le de una vuelta de tuerca más a la tarifa y ponen toda la carne en el asador con el fin de esgrimir su fuerza intimidatoria. Estos angelitos se atreven a pronunciar: Es que esto no se arregla sin una subida del 30% o del 40% para no generar un agujero mayor, así también lindezas como esta: Al final, el negocio internacional es el que salva nuestra cuenta de resultados.Cuando no deja de ser una mentira detrás de otra, las inversiones internacionales, sobre todo en Sudamérica, han sido financiadas con el expolio de la tarifa nacional. Así y todo el lobby de las eléctricas asegura que se trata de un mal negocio y que los balances contables están construidos en el aire: El beneficio no corresponde a flujos de caja reales, son contables, y que el esplendoroso déficit tarifario supone cinco veces su beneficio. ¿Si los beneficios son virtuales y no llegan a entrar en caja por qué continúan? ¿No sería oportuno que encaminaran sus pasos por una renacionalización? De esto ni hablar, de lo que se trata es de chupar de la mamella de la vaca hasta el infinito y lloriquear sin descanso: La realidad es que los beneficios cubren el esfuerzo financiero de la inversión, pero no retribuyen de una manera rentable los costes del capital invertido. ¿Cómo puede ser competitivo este país con una oligarquía que no está dispuesta a ceder en lo más mínimo? ¿Toda la carga tiene que avocarse en las espaldas del españolito? Esto no puede acabar bien, lo ve hasta los que miran al otro lado.

Ha sido da tal magnitud el latrocinio cometido con los ciudadanos del país a través del arma legislativa de incrementar la tarifa eléctrica que, ahora, cuando se desarrollan los efectos de la economía globalizada pueden apreciarse los estragos cometidos en toda su amplitud. El coste de un KW/h en España respecto a la media de los países más industrializados es impresionante, más de un 40%. Un dato sin confirmar, un ciudadano londinense paga un tercio de lo que paga un español por el recibo de la luz a pesar de las diferencias salariales. Se ha llegado a inflar el globo de las tarifas, al repercutir una y otra vez costes por distintos e imaginarios conceptos con variopintos nombres, acompañados de leyes que los legitimaban como saneamiento, moratoria, parón nuclear, y un sin fin de dimes y diretes que tratan de ocultar la quiebra técnica de las compañías eléctricas al invertir en centrales nucleares. Si se quiere llegar al fondo de la cuestión es necesario explicar lo ocurrido con un cierto detalle, de lo contrario, en genérico es tan superficial que el potente sistema mediático arrasa con todo y la mentira se consolida. Para ello volvamos algo atrás.

En 1983 el gobierno socialista decidió poner fin a la aventura de construir centrales nucleares en nuestro país. Hasta entonces ya estaban en funcionamiento la de Zorita, que se había conectado a la red en 1968, la de Santa María de Gadoña, en 1971, la central de Almaraz I, y Alrnaraz II, en 1981 y 1983 y también la de Ascó I, en el mismo año. En construcción estaban la central de Cofrentes, que se conecto a la red en 1984, Ascó II, que se conectó en 1985, y ya por último las centrales de Vandellós II y Trillo, que entraron en funcionamiento en 1987 y 1988. La decisión política de suspender el programa de instalación de centrales nucleares, a la que se llamó “paron nuclear”, no levanto ninguna crítica por las empresas concesionarias de las instalaciones, las tradicionales compañías eléctricas. Cualquier otro sector, después de haber invertido miles de millones de pesetas y de estar endeudados hasta las pestañas en divisas, hubiera puesto el grito en cielo por la decisión de unos chicos con chaqueta de pana que habían desembarcado en el Gobierno. Pues no, a las poderosas familias que copaban los consejos de administración de las eléctricas les pareció de maravilla que el gobierno tomara la decisión del paron nuclear. La razón para que este previsible enfado de los mandamases de la electricidad se transformó en silencio espeso, resultó que la decisión les venia como anillo al dedo.

El maná que iba a representar la energía nuclear para las cuentas de explotación y los balances de las compañías que participaban en el proyecto de nuclearizar España en pos de la modernidad y la energía barata, había sido tan sólo un eslogan de las compañías americanas que vendían las instalaciones. Pero cuando las instalaciones estuvieron en marcha, se pudieron percatar de los altos costes por la derivación de su financiación en divisas, la seguridad, y el almacenamiento de los residuos. Fue entonces cuando se dieron de bruces con la realidad, no eran la panacea de una inversión acertada. Fueron los consejos de administración de las compañías eléctricas las que tomaron la decisión de producir energía por la vía de la explotación nuclear. Nadie les impulsó, ni forzó a tomar esta decisión, ni tan siquiera fue debatida en ninguna instancia, fue simple y llanamente una decisión empresarial. A mediados de los 70, la fiebre nuclear despertó en los consejos de administración de las eléctricas, coincidiendo con la transición política, por lo que se obviaron las consultas populares que podían entorpecer un negocio de altos vuelos. En definitiva, quienes se equivocaron de lleno fueron los que tomaron la decisión de invertir en un negocio equivocado.

La transición política española, que tanto se alardea, consistió en que el régimen anterior se murió sólo y, en su agonía, se constituyeron unos partidos políticos que, sin una peseta para estructurarse como tales, tuvieron que recurrir a los mecenas tradicionales, las “familias” que controlaban la banca y las eléctricas. Esto fue la transición política española, “tu a lo tuyo y yo a lo mío”. Por derivación, tu de dedicas a montar el circo político e institucional y, a nosotros nos dejas los sillones de los consejos de administración. Al igual que la democracia en el Reino Unido mantuvo los aristócratas con titulo nobiliario en la Cámara de los Lores, en España, la transición mantuvo a las “familias” en los consejos de administración de la banca y las eléctricas. En su momento ninguno de los consejos de administración asumió nunca el error de gestión que supuso la decisión de invertir miles de millones de pesetas en un programa de instalaciones nucleares que acabaron por destrozar las cuentas de resultados de estas compañías. Ni la menor autocrítica, ni desesperación alguna, ya que su puesto en el consejo de administración no estaba vinculado a una aportación dineraria traducida en acciones propias, sino a la malsana costumbre, bendecida políticamente, de la legitimación hereditaria de la “familia” cuya participación en el capital de la compañía era minima.

Lo más grave del desaguisado nuclear, no es el no haber escuchado ninguna autocrítica por los componentes de los consejos de administración. Lo mas grave es que nadie les ha exigido ninguna responsabilidad por la impericia en la gestión empresarial que ha acabado costando miles de millones de euros. La clase política, sea de la formación que sea, con la careta socialista o con el populismo de la derecha, ha venido configurando leyes y mas leyes para que se acomoden a cubrir por la vía parlamentaria el tremendo agujero provocado por una decisión empresarial que les llevó a la quiebra técnica. El descalabro financiero se convierte en una razón de Estado. Estas “razones” lo permiten y legitiman todo. Para empezar se construye la casa por el tejado, por lo que a la contabilidad se le da la vuelta como a un calcetín. Primero se asignaba el beneficio que debían recibir los accionistas, ni mucho ni poco, lo suficiente para que no protestaran. A partir de este estadio, se iban asignando partidas que no contemplaban los tremebundos gastos financieros, la devaluación de la moneda al tener que pagar en divisas, las amortizaciones necesarias y todo lo que concernía a los ingredientes del balance contable, que en nada reflejaba la realidad patrimonial de las eléctricas.

Cuando se llego al extremo de que la ingeniería financiera ya no daba más de si, pues el balance contable ya no se lo creía ni tan siquiera el conserje del ministerio, transcendió la alarma a los inversores extranjeros. Estos inversores extranjeros, la banca principalmente, empezaron a preocuparse por la inversión realizada al acreditarse la falta de posibilidades en la reintegración de los préstamos. Entonces el Gobierno tuvo que tomar cartas en el asunto, no fuera que el país se quedara sin suministro de energía eléctrica por la quiebra en cadena de los suministradores. Llegaron entonces las soluciones mágicas. La clase política estaba mas preocupada en quien les iba a financiar la próxima campaña electoral que en exigir responsabilidades a los miembros de los consejos de administración de las eléctricas. Así, para que ni tan siquiera se tuviera que debatir parlamentariamente, dado que el consenso se suponía, llegó a las páginas del BOE el Real Decreto 441/1986, de 28 de febrero, donde la solución mágica viene por la vía fácil de incrementar la tarifa eléctrica. Su título no lleva a engaño, modificación de las tarifas para la venta de energía eléctrica, y sin perderse en prolegómenos, en su artículo 2º establece que un 3% de la recaudación había de ingresarse en una cuenta intervenida —controlada por el Ministerio de Industria- en Unión Eléctrica S.A. (UNESA), una sociedad anónima inscrita en el registro mercantil, que, como peculiaridad, tiene que es la patronal del sector.

Pero todavía es más peculiar, por inconcebible, el artículo 30 de este inefable Real Decreto donde se especifica la naturaleza del reparto de la cuantiosa cifra que representa una recaudación del 3% sobre la tarifa eléctrica. Está dirigido a aquellas empresas integrantes de la patronal del sector que cumplan las siguientes condiciones: saneamiento con cargo a reservas de los ajustes, salvedades y excepciones destacados en las auditorias correspondientes al ejercicio de 1984, consecuencia de sobre valoraciones de gastos financieros y de personal, menores amortizaciones, diferencias de valoración de préstamos en moneda extranjera y otros conceptos ajustables. En definitiva, la clase política no encuentra otra manera mejor que la de premiar con una subvención, por la vía del incremento de tarifas, a todas aquellas empresas que ostenten una contabilidad incorrecta. Para que todo sea al revés, empezando por la asignación contable del beneficio al accionista, la solución también va por esta línea. En lugar de castigar, en la medida que le corresponde a cada consejo de administración de las eléctricas, el gobierno las premia por haber llevado a estas sociedades a la quiebra técnica. Al borrón y cuenta nueva se le llamó “saneamiento”, pero como coincidió con el paron nuclear, se extendió a una solución complementaria con un nuevo nombre la “moratoria”.

Para legalizar la milonga, como no había cobertura legal se creó un “marco legal y estable” por medio del Real Decreto, el 1538/1987, de 11 de diciembre, que se desarrolló en las Ordenes del Ministerio de Industria y Energía de 3 de diciembre de 1993 y 15 de diciembre de 1995. Entre pitos y flautas, a los consumidores de energía de este país, la falta de acierto de los mandamases de las eléctricas les viene costando un significado incremento en la tarifa que entre el porcentaje destinado a “stock básico de uranio”, y el que comprende la eliminación de la “basura” nuclear, que para hacerlo mas bonito y despistar al personal se le llama “2º ciclo nuclear”, el porcentaje se eleva entre el 6% y el 7%. Toda una verdadera fortuna que cada año hace sonar el ring ring de las cajas registradoras de las principales eléctricas. La forma más efectiva de que errores propios los paguen otros. Puestos ya en el todo vale, la clase política no tuvo inconveniente en resolver el problema de las eléctricas por la vía tarifaria en lugar de aplicarlo a los Presupuestos Generales del Estado –de este delicado asunto hablaré en el próximo post-. Al mundo de la luz se le otorgó patente de oscuridad, y así la transparencia de las cuentas acabó en un conglomerado normativo, en el que resulta imposible enterarse de lo que se determina, al apoyarse en un lenguaje encriptado que ni los expertos entienden. Lo que se pretendía ha tomado cuerpo, la Intervención General de la Administración del Estado nunca ha podido fiscalizar el debido uso de estos fondos, por lo que tampoco ha podido intervenir el Tribunal de Cuentas, quedando todos contentos. Los políticos podrán tener garantizada la financiación de sus partidos y demás prebendas, y los eléctricos al estar enchufados al maná de la tarifa.

Para finalizar este post tan sólo poner en evidencia que estos oligarcas cuando les ha convenido, se le ha dicho al ciudadano de a pie que el suministro de energía eléctrica es un servicio público. Bajo este postulado se han construido pantanos, desalojando de sus casas a sus ocupantes, pagándoles cuatro duros por sus tierras, y resignados todos por el bien común, nos hemos dejado nuclearizar el país en pos de la energía barata. Las consecuencias del llamado servicio público son irreversibles, el sistema ya se las ha cobrado, humildes campesinos han aportado su contribución a la producción eléctrica con sus menguados patrimonios. Al resto de los de a pie se nos ha impuesto el riesgo de un percance nuclear que ahí esta. –Reservo una sorpresa a los seguidores del blog en el post número 4 de esta serie- Cuando así están las cosas llega la modernidad, la privatización, la liberalización del mercado y la plasmación normativa del acuerdo entre el Gobierno y el sector eléctrico en formato de protocolo, donde se dispone que el suministro de energía eléctrica deja de ser un servicio público “por su progresiva pérdida de transcendencia en la practica” así, literal, que: todo lo exprimido ya esta exprimido. La definición de servicio público detestado por las propias eléctricas, era soportado por su efectividad en tiempos remotos del Decreto de 12 de abril de 1924,  reiterado en e1 Reglamento de Verificaciones Eléctricas de 1954 y, sobretodo, con la propia Ley 10/ 1966, de Expropiación forzosa y Sanciones  en Materia de Instalaciones Eléctricas, y, ya tímidamente definido, en la Ley 49/1984 del 26 de diciembre sobre Explotación Unificada del Sistema Eléctrico Nacional. Los nuevos tiempos traen nuevos conceptos. Ahora se le bautiza como “servicio de interés económico general” que, traducido al  idioma del ciudadano de a pie, quiere decir todo lo contrario, “que estamos al servicio del interés económico privado”. Prueba de ello es quo nos achicharran con impuestos tarifarios y, si nos descuidamos, nos facturaran a portes debidos el envío de los residuos radioactivos para que los almacenemos debajo de la cama.

Fuente: Ataque al Poder

El otro rescate: la reforma eléctrica

reforma electrica - efimarketReproducimos a continuación el interesante artículo de Carmen Monforte publicado en el diario económico Cinco Días el pasado viernes. En el nos descubre el oscuro panorama oculto tras la nube de humo de las noticias económicas, pero que sin embargo tiene un paralelismo curioso. De hecho, el enorme déficit tarifario eléctrico se asemeja en cuanto a dimensiones a la deuda de la banca debida a la burbuja inmobiliaria. Pero ya sin más os dejamos con el magnífico artículo.

Según el diccionario de la RAE, una reforma es «aquello que se propone, proyecta o ejecuta como innovación o mejora en algo». Si nos atenemos estrictamente a este significado, la llamada reforma eléctrica no puede ser considerada como tal (ni la aprobada en marzo ni la segunda fase prevista para este mes), sino como una sarta de medidas para que los consumidores eléctricos, los contribuyentes y, en menor medida, las compañías del sector paguen pura y simplemente el déficit de tarifa acumulado, que rondaría este año los 29.000 millones de euros. Pero sin una verdadera reforma que racionalice el sistema a través de una revisión profunda de los costes y de las subvenciones del cambalache en que se ha convertido la tarifa de acceso, el mal de fondo persistirá. Díganlo Soria o Montoro.

Y es que se veía venir: el déficit acumulado en la última década, que se podría haber evitado con subidas asumibles en años de bonanza económica, y que habrían puesto coto al descontrol de la demanda y del exceso de capacidad, lo tendrán que pagar los consumidores en el peor de los momentos posibles, con el fantasma de un rescate a España rondando en el ambiente. La oportunidad se perdió hace tiempo, tanto para los consumidores como para las grandes eléctricas, que financian la deuda en tanto se tituliza en el mercado.

Además de las subidas de impuestos y de los recortes salariales o sociales de todo tipo aprobados y previstos para equilibrar las cuentas públicas que sangran por el lado de los ingresos, los ciudadanos van a tener que afrontar el pago de un déficit tarifario que poco o nada tiene que ver con la actual crisis financiera, sino con políticas electoralistas aplicadas en los últimos años. Ningún Gobierno se atrevió a subir suficientemente las tarifas para cubrir de verdad los costes reconocidos por ley ni tampoco a recortar dichos costes, a lo que se oponían los distintos grupos de presión.

El resultado: una deuda disparatada de los consumidores con las eléctricas, a la que estas tienen derecho y que han reclamado por vía judicial (solo la que ha excedido los límites legales). Así, solo por las refacturaciones de consumos desde octubre impuestas por el Tribunal Supremo al Gobierno, la tarifa de acceso subió en abril un 25%, un coste que se fraccionará en los recibos de la luz hasta finales de año. También las eléctricas, que aceptaron en su día el endiablado sistema consistente en esconder las subidas debajo de una alfombra y aplazar su pago a través de un sistema de titulización que, al contar con el aval del Estado, se ha dado de bruces con la crisis de la deuda soberana que dificulta la colocación de la deuda eléctrica.

En dos fases

Así las cosas, el Gobierno aprobó el 30 de marzo un real decreto-ley con medidas con las que el sistema eléctrico lograba 3.240 millones de euros. De estos, 1.640 millones corren por cuenta de los clientes (una subida de las tarifas de 1.580 millones y un recorte de los pagos por interrumpibilidad de la gran industria de 60 millones) y otros 940 millones por las eléctricas, que verán recortados los ingresos por la actividad de distribución en 690 millones. La cantidad restante, 660 millones, procede de supuestos remanentes del Instituto para la Diversificación y el Ahorro Energético (IDAE) y de la Comisión Nacional de la Energía (CNE), entre otros.

Consciente de que estas medidas apenas sirven para cubrir el descontrol del déficit de este año, el Ministerio de Industria prometió un segundo capítulo de «reformas» a aprobar en la segunda quincena de junio que irá acompañada, con total seguridad, de una nueva subida de la tarifa de acceso y, muy probablemente, de la tarifa de último recurso o TUR (la primera es la mitad de la segunda, que se completa con el precio de la energía).

No en vano, el martes de la semana que viene se celebra la subasta Cesur, en la que se determinará dicho precio en la factura del tercer trimestre. En función del resultado de la puja, el Gobierno jugará con una subida de tarifas, que introducirá en el proyecto de ley de la falsa reforma que se prevé aprobar en el Consejo de Ministros del viernes 29. A falta de un borrador y en medio de la confusión que generan las declaraciones del ministro de Industria, José Manuel Soria, todo apunta a que las medidas con las que el Gobierno pretende frenar el déficit de tarifa serán, esencialmente, de tipo fiscal. De hecho, quienes más trabajan estos días en el proyecto son los técnicos del Ministerio de Hacienda, señalan fuentes del sector.

Las medidas tributarias se centran en la aplicación del llamado céntimo verde (entre cuatro y cinco por litro de carburante) como un recargo del impuesto de hidrocarburos. Por esta vía se prevé recaudar unos 1.500 millones de euros que, en teoría, irían destinados a costear la promoción (primas) de las energías renovables. Sin embargo, la medida encierra un peligro: al ir a a las arcas públicas, y dados los graves problemas presupuestarios, no hay seguridad jurídica de que se destine a la tarifa.

Otra medida, la más confusa de todas es «el incremento de la imposición indirecta a la generación», según palabras de Soria. Dado que el ministro descartó que se tratara del IVA, solo cabría pensar en el de la electricidad, que ingresan las comunidades autónomas. Sin embargo, este tributo no grava la generación sino el consumo. En este punto de la madeja, hay quien considera que Soria se refería a los peajes que, desde diciembre de 2010, tienen que pagar las generadoras por usar las redes eléctricas. Sin embargo, ni es un impuesto indirecto ni se puede incrementar, pues lo que ahora pagan las compañías (0,5 euros por MW) es un límite fijado por la Unión Europea.

Negra situación financiera

Con todo, lo que preocupa a las empresas es la tercera medida que, sin concretar, consistiría en una tasa general sobre la producción, que variaría según las distintas tecnologías. Las empresas, que siguen lamentando la falta de interlocución con un Gobierno autista, consideran que este recorte de ingresos supondría «la puntilla» para un sector cuyas calificaciones crediticias rozan, según los casos, el bono basura o están en perspectiva negativa.

Ello, unido a la paralización de las titulizaciones de la deuda tarifaria, agravará la situación de uno «de los pocos sectores que aún se estaba librando de la crisis», como subrayó en su día el alto ejecutivo de una de las eléctricas.

Fuente: Cinco Días

Suicidio liberal. Cuando todo vale por ganar dinero.

no a la fracturacion hidraulica - efimarketReproducimos a continuación el artículo de opinión escrito por Guillermo Fesser, periodista conocido por su faceta en el duo Gomaespuma, que además es un firme defensor del medio ambiente y un ácido y certero columnista, y que fue publicado en el Huffington Post. En esta ocasión, el autor nos habla de cómo esta espiral liberalista está alcanzando metas que ni el mismo imperio estadounidense, abanderado del capitalismo actual, había logrado llegar aun. Sólo que son hitos de la barbarie y la destrucción medioambiental.

El Imperio hace aguas

«Hasta antes de ayer había dos USA. Los Estados Unidos de Adentro y los Estados Unidos de Afuera. Los de Adentro, aún con sus excesos de armas domésticas y sus gorduras diabéticas, probaron ser uno de los lugares más amables para vivir en la tierra. Los de Afuera, con sus intervenciones militares y sus vetos a la justicia internacional, una de las pesadillas más amargas de la historia. Nada nuevo. Las dos caras de una misma moneda. Siempre ha sido así. Japón protege sus bosques, pero esquilma los de Australia para construir casas de madera. España entera salió a la calle a defender la democracia mientras un gobierno socialista aprobaba la venta de tanquetas a Pinochet para disolver manifestaciones pacíficas en Chile. Tonto el último.

Pero ahora es distinto. El imperio ya no es solamente perverso en el extranjero. Por vez primera se autolesiona. Se envenena a sí mismo. Abandona definitivamente la búsqueda de felicidad sugerida por sus padres fundadores y se deja llevar por la doctrina liberal que les vendió Ronald Reagan, su padre demoledor, en la que todo vale, hasta el suicidio, si proporciona ingresos. Como si la América anglosajona quisiera demostrarle a Eduardo Galeano que también sabe abrirse sus propias venas.

El enemigo público número uno de USA se llama fracturación hidráulica y consiste en extraer gas natural del subsuelo a base de inyectar un veneno mortal que está fulminando los acuíferos. El conglomerado de intereses que anda detrás, Natural Gas Energy, invierte billones de dólares en publicidad para que el ama de casa crea que basta con practicarle un agujerito ecológico al terreno para embotellar limpiamente la inmensidad de combustible que se almacena a tres kilómetros de la superficie. En plan Barrio Sésamo, explican por televisión que el gas de la tierra se presenta como el del agua mineral, o sea en burbujas, y que a ellos se les ha ocurrido inyectar agua a presión para fracturar las rocas, juntar las infinitas pompas en una grande y conseguir así que salga todo por el mismo tubo. Para minimizar el daño medioambiental. Para rentabilizar la inversión. Para que América no dependa del petróleo que anda en manos de dictadores terribles. Así de claro. Así de bonito. Así de fácil. Y, tan buenos son ellos, que encima alardean de haber creado 9,2 millones de empleos a base de pinchar la tierra con esta acupuntura inocente.

Pero acabo de volver de Dimock, un pequeño pueblo anclado en las verdes colinas de Pensilvania, y la verdad resulta tremendamente más sucia. Descorazonadora. Los habitantes que almuerzan en Stables, la taberna local, no levantan la vista del plato. No sonríen. No intercambian palabras con sus parejas. Los pájaros que solían posarse en los cables de la luz a saludar con sus cantos a los viandantes han emigrado. El único sonido que queda en las calles es el de los cientos de camiones y excavadoras que van trillando el asfalto y abriendo cremalleras de barro entre los árboles del bosque para montar sus campamentos. El ruido incesante de motores y el nauseabundo olor a nafta se confunde con el cargo de conciencia de sus habitantes por haberle vendido al capital su alma. Un apocalipsis coronado por el rugido de unas llamas que emergen a bocanadas infernales de largas chimeneas, como alaridos de dragones en celo, y que le dan a este valle elegido del paraíso un sonido ambiente de aeropuerto internacional que no cuadra con sus granjas de caballos.

2012-06-02-Post1_Foto1_GuillermoFesser_UnvecinodeDimockPensilvaniacedesujardntraseroparaunagujeritodenada.FotoSAMLEVINE.jpg Un vecino de Dimock, Pensilvania, cede su jardín trasero para un agujerito de nada. Foto: SAM LEVINE.

Las compañías del gas ocultan que, para fracturar las rocas, necesitan millones de metros cúbicos de un agua que extraen sin piedad de los manantiales locales. Operación que desciende trágicamente el nivel de la capa freática y deja algunos pozos obsoletos de por vida. Si tu vecino cedió el terreno a los del gas por un puñado de dólares, puede que al girar el grifo de tu granja observes con sorpresa que ya no sale ni una gota. La mala noticia es que no volverá a salir jamás y, espera, que eso no es lo peor. Lo terrible es que en el líquido que te robaron por debajo y sin previo aviso van a disolver un montón de componentes químicos para inyectarlos a presión en el subsuelo. Algunos de ellos altamente contaminantes. Cancerígenos. Para que erosionen a conciencia la madre Tierra. Para que hagan daño abajo y le abran paso al gas; la energía limpia e independiente que crea empleos. El combustible que aflora a la superficie mientras por debajo el veneno encuentra los acuíferos profundos y elimina la vida.

Hasta que Dick Cheney fue vicepresidente en Estados Unidos todo el mundo tenía que respetar el Clear Water Act. Una ley de protección del agua potable que obligaba a todo hijo de vecino a declarar los componentes químicos que arrojaba al terreno. Para defender a los norteamericanos de la sed. Para que no volviera a pasar lo que ocurrió con el DDT que, entre otras cosas, se llevó los minerales que endurecían la cáscara de los huevos de águila y a punto estuvo de extinguirles el símbolo de su escudo. Pero Dick Cheney venía de dirigir Halliburton, la empresa que fabrica en exclusiva la maquinaria necesaria para extraer gas y, en nombre de la seguridad nacional, le hizo firmar a Bush una ley que exime a las petroleras de declarar los potingues que usan para extraer carburante. ¿Motivo? No hace falta ser muy listo para responder a esta pregunta. ¿Disculpa? Que la independencia energética es más importante que el daño medioambiental.

2012-06-02-Post1_Foto2_GuillermoFesser_LlamadegasenDimockPensilvaniaEEUU.FotodeSAMLEVINE.jpgLlama de gas en Dimock, Pensilvania, EEUU. Foto: SAM LEVINE.

Las tragedias personales se van multiplicando exponencialmente. Casos de leucemia. Aguas negras. Animales enfermos. Tierras de cultivo abandonadas. Aguas domésticas que silban al salir del grifo y explosionan al aplicarles la llama de un mechero. Historias terribles que, hasta antes de ayer, siempre ocurrían al sur del imperio. Porque el mismo Estados Unidos que prohibía a las fábricas de Texas arrojar vertidos al río Grande, contrataba unos kilómetros aguas abajo a factorías mexicanas que teñían de colores tóxicos el río Bravo. Pero hoy es distinto. El imperio, en lugar de avergonzarse de su política exterior y corregirla, se lanza a practicarla también en su propia casa. Materia muy novedosa para los psiquiatras.

En un universo cuya verdadera moneda de cambio ya no es ni el dólar, ni el yen, ni el euro, sino el vaso de agua, Estados Unidos destruye sus propios acuíferos. Y Obama no hace nada. Ya han pulverizado Colorado. Exterminan Pensilvania. Y, agazapados en Dimock, se preparan para asaltar Nueva York. Si lo hacen, pegarán un zarpazo a la naturaleza del que muy difícilmente la humanidad entera podrá recuperarse. Pero Cuomo, el gobernador de Nueva York, necesita crear empleos.»

Vía The Hufftington Post