Con el nuevo gobierno neonato y aun por definir, las grandes compañias eléctricas se han lanzado a defender a capa y espada los ingentes y benévolos privilegios que han alcanzado en las últimas décadas a golpe de kilovatio fósil y nuclear. Los gerifaltes del sector, amparados bajo ese techo protector que es Unesa, han iniciado una cruzada contra las nuevas energías emergentes, las supuestas causantes (siempre en palabras suyas) del enorme agujero en el sistema energético, vease déficit tarifario.
Los magnates de la electricidad están haciendo bueno el refrán que dice que a río revuelto, ganacia de pescadores, y se han propuesto adherir a su causa al nuevo equipo de gobierno, con Rajoy a la cabeza, y si me apuran al resto de poderes fácticos de este bendito país.
Y es que las grandes eléctricas integradas en Unesa, especialmente, Iberdrola; Endesa y Gas Natural Fenosa, están marcando la agenda del Gobierno de Mariano Rajoy aún por constituir. Y lo están haciendo en medio del fuego cruzado que se están lanzando con sus competidoras del sector solar (fotovoltaicas y termosolares). Los responsables de las grandes empresas del sector claman por una moratoria para esta última tecnología, que afectaría a los proyectos del prerregistro del Ministerio de Industria (2.400 MW). Y es que, en su opinión, la termosolar es una amenaza para el sistema. O para sus privilegios, según los agredidos.
Con el sambenito de que su alto coste atizará el déficit de tarifa (que ronda los 20.000 millones) y en un mercado en el que ya no hay sitio para todos, la tecnología solar térmica se ha convertido en el chivo expiatorio de la vieja guardia eléctrica. Esta exige su congelación para evitar males mayores, como una tasa a los beneficios de la energía nuclear y/o a la hidráulica, tal como piden los solares, o una quita sobre la deuda del déficit que financian las grandes generadoras.
El futuro Ejecutivo tiene frente a sí un oscuro panorama: una demanda eléctrica que vuelve a hundirse (cayó un 7,1% en noviembre, según REE); un sistema saturado, donde los ciclos combinados de gas rezan cada día para que no sople el viento y así poder funcionar, y unos costes, como el pago de los déficit acumulados o las primas del régimen especial, que pesan como una losa en la tarifa. La producción de estas energías no compensa los incentivos que reciben, sostienen en Unesa. Así, en noviembre, la fotovoltaica, que se lleva la mitad de las citadas primas, supuso solo un 1,8% de la producción total de electricidad, y la termosolar, el 0,6%.
Además, el nuevo Gobierno popular se las tendrá que ver, por primera vez, con las nuevas caras del lobby eléctrico: además de Unesa, las incansables y recalcitrantes asociaciones surgidas en torno al negocio renovable. En algunos casos, como el de la Asociación Empresarial Eólica (AEE), los intereses se cruzan.
Pero, ¿con quién se alineará Rajoy? ¿Optará por defender los intereses de unas empresas frente a otras, cuando todas apelan al empleo que generan, o exigirá sacrificios a los que deberán contribuir todas las partes? En este punto, un aviso para navegantes: el líder de los populares ha negado, en alguna ocasión, el cambio climático.
Aunque la situación es complicada, el nuevo Ejecutivo tiene noticias frescas y sin dobleces de las posiciones que cada contendiente. Incluso, alguno de ellos, como Iberdrola, se ha tomado la molestia de elaborar una propuesta alternativa al Plan de Energías Renovables (PER) a 2020 aprobado por el último Consejo de Ministros del Gobierno de Rodríguez Zapatero. En el suyo, Iberdrola barre para casa: propone un mix energético en el que mantienen la actual potencia térmica (gas, carbón y nuclear) y en el que la eólica, la hidráulica (ambas de gran peso en su cartera) y la cogeneración se reforzarían. Por contra, el plan congela la termosolar (1.200 MW), aunque se muestra dadivoso con la fotovoltaica (a la que concede 1.000 MW, con lo que sumaría 6.100 MW). Un escenario, según Iberdrola, de menores costes e inversiones, sin hueco para una tecnología inmadura como la termosolar y que no alude al futuro modelo de autoconsumo, que podría mermar el negocio tradicional.
Aunque la propuesta de la eléctrica que preside Ignacio Galán es aceptada en parte por sus socios de Unesa, no está consensuada con ellos, pues critica la regulación de los sistemas insulares, que explota Endesa. También las ayudas al carbón, la tarifa social o «el sinfín de tasas e impuestos».
Una guerra en la que el consumidor pierde
La ofensiva de las eléctricas, que se ha recrudecido tras la aprobación del Plan de Energías Renovables, pues, aunque modificable, refuerza legalmente a los proyectos termosolares inscritos en Industria, ha recibido el correspondiente contraataque del enemigo. Para Protermosolar (asociación en la que participan grandes constructoras, como ACS, Acciona o FCC), la posición de Iberdrola responde a su propio fracaso, ya que sólo logró uno de los 12 proyectos a los que optó en su día. Otra crítica similar ha recibido de sus socios de la AEE, con los que no se alineó en su guerra contra el marco regulatorio para los nuevos parques eólico elaborado por Industria, que, finalmente, no prosperó.
«Moratoria por moratoria» vendría a ser la posición del sector solar, que está azuzando el debate de lo que llaman la «burbuja del gas». Un error de planificación -opinan- cuando los compromisos medioambientales de España ya eran una realidad, disparó la construcción de ciclos combinados, causantes hoy de la sobrecapacidad del sistema. Y de parte de los costes del sistema, ya que, paradójicamente, estas plantas reciben compensaciones (los llamados pagos por disponibilidad) cuando sobra la producción.
Los solares arremeten contra los elevados beneficios de las eléctricas, lo que justificaría una tasa sobre las centrales amortizadas, a lo que estas responden que contablemente nunca acaban de amortizarse en vida. Protermosolar pone también el dedo en llaga de la Cesur, la subasta que determina el precio de la energía en la tarifa y que está siendo investigada por la CNE. Esta puja -añade esta asociación- está impidiendo que la ventaja colateral de las renovables en el mercado mayorista (empuja los precios hacia abajo) se traslade finalmente al recibo de la luz.
Sea como fuere, la situación pinta en bastos para todas las partes, incluidos los consumidores, que han visto incrementar la factura de la luz más de un 20% en algo más de un año sin que se haya reducido la deuda contraída con las eléctricas.
Fuente: Cinco Días