España va con retraso en convertir en ley la directiva europea que obliga a emitir un certificado de eficiencia energética en la compraventa de viviendas existentes. La norma, que debía haberse transpuesto al Derecho nacional en enero de 2013, persigue hacer más eficiente el parque de viviendas de los países de la UE, con ahorros de hasta el 50% en el recibo de la luz para los consumidores.
Mientras llega la multa de Bruselas por el incumplimiento de la norma, todo un sector de actividad está parado en España a la espera de que se publique el real decreto que regulará las condiciones en las que los propietarios de las viviendas deberán hacerse con el certificado.
«Se trata de poner una calificación a una vivienda que refleje su consumo energético, como ya se hace para los electrodomésticos. El potencial de ahorro en España sería de hasta el 70%«, según Iván Gómez, responsable de eficiencia energética de una consultora especializada en asesorar a promotores y particulares sobre eficiencia energética.
El promotor de un parque de viviendas, de un centro comercial o de un hotel debe emitir este sello previo estudio de un equipo de técnicos, que diagnostican el grado de eficiencia del inmueble y emiten una nota entre A, la más eficiente, y G, la más despilfarradora de energía. Desde las asociaciones que promueven la medida en España se insiste en que abrirá una nueva actividad en el maltrecho sector de la construcción. «En Portugal se implantó la medida en 2007 y ya se han estudiado 500.000 viviendas por valor de 150 millones de euros«, matiza Gómez, quien formó parte del equipo de expertos que ha definido la metodología del sello en España.
La norma podría ser una fuente de ingresos adicional para la Administración, ya que algunas comunidades autónomas ya plantean cobrar una tasa por registrar la certificación, cuyo precio está por definir. En Portugal, el coste asciende a 250 euros para una vivienda de 100 metros cuadrados.
La más eficiente, con renovables
El Código Técnico de Edificación obliga a diseñar edificios eficientes desde su construcción, con materiales aislantes y paneles solares para el consumo de agua caliente sanitaria solar. El mayor reto está en dotar de inteligencia energética a los edificios ya existentes, que en su mayoría tienen más de un siglo de vida.
El aislamiento de la fachada y del interior, la instalación de ventanas con doble cámara de aire, revestimientos con pinturas aislantes, cerramientos más estancos gracias a burletes aislantes o incluso una caldera de gas de condensación elevan la categoría energética de una vivienda. Pero para obtener la nota A, la máxima calificación, se necesita contar con alguna de las energías renovables, según los expertos, bien mediante la instalación de paneles solares para el agua caliente sanitaria o una bomba de calor geotérmica, según las características y necesidades de cada vivienda.
Vía Cinco Días