Compartimos hoy con todos vosotros esta interesante entrevista publicada recientemente en el diario El Mundo y realizada a D. Eduardo Lorenzo, Ingeniero y Catedrático de la UPM, uno de los mayores expertos en energía solar de nuestro país.
«En la azotea de Eduardo Lorenzo, allá por la ronda de Segovia (Madrid), los toldos dejaron paso hace doce años a los módulos de silicio monocristalino. Estamos a la sombra de una de las primeras instalaciones fotovoltaicas domésticas en los tejados de Madrid (2,7 kw), en compañía de uno de los pioneros de la energía solar en nuestras tierras. Sobre la mesa reposa su último libro, «Ingeniería fotovoltaica», que pone fin a su trilogía solar y arranca con una sabrosa oda a la tortilla de patatas.
Ingeniero, catedrático de la Universidad Politécnica, al frente durante 30 años del grupo de Investigación de Sistemas Fotovoltaicos, Eduardo Lorenzo es ante todo un gallego universal, de cuya sabiduría dan cuenta ya en Brasil y en otros territorios de ultramar. Aunque arrancamos precisamente hablando de lo que ocurre en España, que ha pasado del todo a la nada en apenas seis años. Y de lo que ocurrirá a partir de ahora, tras el reciente informe del IPCC que urge al mundo a la transición hacia las renovables, con la energía solar tirando del carro.
P.-¿Cómo se explica lo que ha pasado con la energía fotovoltaica en nuestro país? ¿Cómo se puede pasar de ser líderes mundiales por potencia instalada en el 2008 a descolgarnos de todos los rankings mundiales?
R.- Yo no creo mucho en las ideas maniqueas de los buenos y los malos. Esencialmente, creo que en España hemos tenido y seguimos teniendo un grave problema a la hora de percibir la realidad. Lo hubo en el 2008, porque no era normal que un solo país se llevara más del 40% de la potencia instalada. Y lo hay ahora, porque tampoco es normal que se produzca un parón total… Lo cierto es que en España hemos tenido un comportamiento neurótico hacia las renovables .
P.-¿Y puestos a buscar responsables?
R.- Yo diría que el Gobierno que había entonces se comportó de una manera frívola y dio un impulso a la energía solar pensando tal vez que iba a ser poco relevante, sin un plan real de crecimiento y sin calibrar los efectos. Y de ahí hemos pasado a la «anomalía solar» en la que ahora estamos, culminada por el peaje al autoconsumo, que a mí me parece que es inconstitucional. Lo que ha hecho este otro Gobierno es como ponerle puertas al campo.
P.-¿Y cuánto durará la «anomalía solar»? Al ritmo actual, hasta el Reino Unido puede superarnos por potencia acumulada en el 2015…
R.- A nivel mundial, el ascenso de la energía solar es imparable. Se trata, de hecho, de la energía que más rápidamente ha crecido en la historia… Ahora bien, yo no creo en los milagros, ni siquiera en el milagro solar. Si miramos un poco la historia, nos daremos cuenta de que los humanos hemos ido incorporando nuevas fuentes de energía porque las que teníamos ya no llegan. En el caso de las renovables, se empezó por la hidráulica porque el agua empuja mucho. De ahí se pasó a la eólica, que empuja menos. Y el siguiente paso es la solar, a la que estamos llegando por pura necesidad. En España, la hidráulica tocó techo hace tiempo y la eólica en tierra se ha estabilizado ya. Todavía nos quedaría la eólica en las costas, pero está claro que el relevo natural es la solar. Sol, en España, tenemos para aburrir. Y al sol llegaremos de una manera u otra. La vida es evolutiva y ahora le toca a la solar por simple evolución.
P.-¿Y cómo solucionamos los dos grandes problemas: el déficit tarifario y la sobrepotencia?
R.- La sobrepotencia no debería ser un problema tan grande. Muchos mayores problemas han tenido en Brasil, donde no les llegaba con la hidráulica y empezaron a tener apagones… La sobrepotencia te da un margen de maniobra, y sobre ese margen empiezas a planificar escenarios. Sobre el déficit tarifario se ha hablado mucho, y se ha atacado yo creo que injustamente a la solar, de la misma forma que se le acusaba de enchufar a la red de noche. Yo creo que todo eso forma parte de una campaña de desprestigio. Para solucionar el problema del déficit tarifario hace falta al fin y al cabo voluntad política: me parece a mí que el agujero que tenían los bancos era varias veces mayor…
P.-Usted hace una llamada al realismo ¿qué futuro le espera realmente a la energía solar en España tras el «apagón» de estos últimos años?
R.- Yo creo que lo más sensato sería poner fin a la pelea de carneros que tenemos en estos momentos. Tenemos que dejarnos de cornadas y sentarnos a buscar puntos de encuentro. Yo sigo creyendo que el autoconsumo (no es una palabra que me guste mucho) es una vía natural de crecimiento. En un país como España, donde está disminuyendo el régimen de lluvia, hay que explorar ya el potencial de la solar vinculada al agua. Las comunidades de regantes se gastan todos los años una millonada en electricidad; va siendo hora de que explotemos la posibilidad de la fotovoltaica en bombeos de agua, desaladoras.
P.-¿Y cómo recuperar ese «tejido solar» que hemos perdido en los últimos años, con el cierre de incontables empresas y la salida al extranjero de nuestros ingenieros y «epecistas»?
R.- En España hubo también muchas empresas que se lanzaron en su día a lo inmediato, cuando no estaba claro que el mercado era estable. Pretender como se ha hecho en este país que mucha gente viviera de la fotovoltaica sin dar un valor añadido era poco realista. Yo recuerdo las críticas que había inicialmente a los fabricantes chinos de módulos, y sin embargo vemos cómo se han impuesto ¿Por qué? Porque China se dio cuenta desde el principio de la magnitud que iba a tener la energía solar, y ahí tenemos a Yingli, con 18.000 empleados y con las dimensiones de una factoría de automóviles… El definitivo impulso a la solar no vendrá de Europa, sino de los países en crecimiento… Las empresas que han añadido valor en España lo siguen haciendo ahora en el extranjero. Tenemos muy buena reputación en todo lo que es la electrónica de potencia aplicada a la fotovoltaica y a la fabricación de inversores. Y tenemos también una gran experiencia en ejecuciones de manera rápida y controles de calidad, por eso nuestros ingenieros y montadores están muy bien considerados. Yo mismo he recorrido las plantas con nuestro equipo de investigación y he podido comprobarlo.
P.-¿Vislumbra pues desde su azotea una salida al callejón solar?
R.- Lo que más temo son estos cambios regulatorios y estos decretos de «medidas urgentes» que al final no son más que parches. La cuestión de fondo es que estamos no sólo ante un cambio tecnológico, sino a un cambio de control, y no es lo mismo lidiar con 50.000 propietarios (entre los que me cuento) que con cinco grandes compañías…Honestamente, yo creo que la situación difícil se va a prolongar aún durante un tiempo. Y me duele decirlo, pero van a haber muchos muertos por el camino. Pero no se puede parar el ascenso de la energía solar, de eso no me cabe duda.»