El terrible impacto medioambiental del «fracking»

El terrible impacto medioambiental del «fracking»

La extracción de gas por medio de fracturación hidráulica, una técnica comúnmente conocida en Estados Unidos como «fracking», trae de cabeza a los ecologistas. Los defensores del medio ambiente ven en este método -cuyo uso está en clara expansión- una amenaza tanto para la naturaleza, como para la salud de los seres humanos. Desde que a las petrolíferas les entró la fiebre por el «fracking», cientos de organismos locales y gubernamentales han dedicado sus esfuerzos a demostrar que esta técnica no es tan inocua como la pintan.

Quienes se sitúan en su esquina del cuadrilátero defienden que el gas pizarra obtenido con esta técnica es un combustible fósil limpio. Quienes se posicionan en la esquina contraria aclaran que sería limpia si no se tuvieran en cuenta las filtraciones de gas metano que su extracción produce. Según un modelo diseñado por Steven Hamburg, principal científico del Fondo por la Defensa del Medio Ambiente (EDF), cuando la filtración de metano supera el 2 por cien, el gas natural deja de ser más limpio que otros combustibles como el carbón.

El principal problema ante las emisiones de gas metano es que no hay consenso sobre cuánto gas se libera con el «fracking». Diferentes estudios han obtenido distintos resultados que van desde el 2 por cien hasta el 7,8 por cien.

Varias ONG como WWF o Greenpeace han clamado contra los perjuicios que el «fracking» acarrea. Otros organismos como el Comité de Energía y Comercio de la Asamblea de Representantes de EE.UU. concedieron en un estudio publicado en 2011 que aunque la fracturación hidráulica ha abierto el acceso a vastas reservas de gas natural, las dudas sobre su seguridad prevalecen, principalmente por «el secretismo en torno a los elementos químicos utilizados». En su análisis encontraron que las 14 compañías principales en EE.UU. que extraen gas natural mediante «fracking» emplearon 750 compuestos químicos diferentes, de los cuales más de 650 contienen elementos clasificados como cancerígenos o contaminantes para el aire y el agua.

En Efimarket ya ilustramos los problemas del fracking en este artículo de Guillermo Fesser, en el que describíamos el desastre ecológico que estaba generando en las regiones de Estados Unidos donde se explotaba el subsuelo mediante esta técnica.

Colorado

Uno de los lugares en los que este y otros tantos estudios se han fijado para llevar a cabo su investigación es el Estado de Colorado. Allí se concentran el 8,5 por cien de las reservas naturales de gas de Estados Unidos, por lo que en la última década ha padecido un «boom» de fracturación hidráulica. Su auge ha puesto en pie de guerra a sus vecinos quienes, junto a la naturaleza salvaje de la región, están en primera línea de fuego. Se han formado decenas de asociaciones ciudadanas contra el «fracking». Algunas han conseguido importantes logros. Un ejemplo es Longmont, una ciudad en el condado de Boulder que consiguió en las recientes elecciones prohibir el «fracking» y el almacenamiento de sus residuos en su territorio.

Algo similar sucedió el pasado mayo en el Estado de Vermont, donde el gobernador Peter Shumlin firmó una ley que prohíbe el «fracking» para garantizar que su Estado no «inyecta compuestos químicos a las aguas subterráneas en una búsqueda desesperada de energía».

Otros Estados donde proliferan los enemigos del «fracking» son Nueva York, Pensilvania, Texas y Nuevo México. En sus denuncias hay una constante: la necesidad de un estudio transparente, independiente y detallado sobre el impacto de la fracturación hidráulica.

Fracking en España

En España, la exploración para valorar la viabilidad de algunos proyectos está prosperando, principalmente en el norte: Castilla y León, La Rioja, País Vasco y Cantabria. Alicia Arenillas, del Departamento de Investigación en Recursos Geológicos del Instituto Geológico y Minero de España (IGME), confirma este «repunte de las solicitudes de exploración en España por parte de empresas públicas y privadas, tal y como demuestran las 45 solicitudes de permisos de investigación presentadas ante el Ministerio de Industria durante el año 2011 teniendo en cuenta que la media de solicitudes anuales era de 15 por año».

Por zonas, la situación es la siguiente:

País Vasco: se quieren realizar sondeos de exploración en el yacimiento alavés Gran Enara. Según las estimaciones del Gobierno vasco, el gas no convencional generaría 30.000 millones de euros y unas reservas explotables de unos 185.000 millones de metros cúbicos (unos 60 años del actual consumo de gas natural del País Vasco y de unos cinco de España). La fase de exploración, según las estimaciones del Ejecutivo vasco, llevaría entre dos y tres años.

Cantabria: el Gobierno de esta comunidad ha aprobado el proyecto Arquetu. La empresa Trofagás Hidrocarburos SL (filial de la compañía estadounidense BNK Petrolium Inc con capital canadiense de Macquarie Capital Markets Canada Ltd), dispone de un permiso de investigación, por un periodo de seis años, en una superficie de 24.876 hectáreas que comprende Cabezón de la Sal, Cabuérniga, Los Tojos, Rionansa, Ruente, San Vicente de la Barquera, Tudanca, Udías y Valdáliga.

Castilla y León: la Dirección General de Energía y Minas de Castilla y León ha autorizado a diversas compañías, como Trofagás, Hullera Vasco-Leonesa o Heritage Petroleum PLC. Asimismo, tiene pendientes otros permisos. El objetivo es investigar el potencial para extraer gas no convencional en la vertiente norte de esta comunidad, desde León hasta Burgos. Los nombres de algunos proyectos ya se conocen: el proyecto Urraca se extiende por los municipios de Villarcayo, Medina de Pomar y la Merindad de Valdivielso y Frías, mientras que el proyecto Sedano alcanza a una veintena de localidades.

Una imagen vale más que mil palabras

Podríamos debatir aquí si es seguro o no el fracking, si vale la pena, si las emisiones equivalentes son menores o mayores que las de la extracción del carbón… Pero desde Efimarket pensamos que es mejor una imagen que mil palbras. Os dejamos con estos videos, y que cada cual saque sus conclusiones sobre si vale la pena o no permitir que se explote el gas pizarra, conociendo los efectos sobre el medio y las aguas subterraneas que pueden tener, como ocurre en EEUU.

Fuentes: Propias y ABC

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