Desde el sector de las renovables hace mucha gracia ese fenómeno que se está dando últimamente en las campañas de comunicación de las grandes compañías eléctricas. Hace algo más de medio año se desveló la última campaña de Endesa, la «actitud azul«(campaña que ha costado la friolera de 10 millones de euros y sigue costando un dineral mantener en la TV), en la que quieren hacer creer al ciudadano que valoran mucho a las personas, ademas de que distribuyen y comercializan el mejor gas y la mejor electricidad.
Tambien hace unos meses, y coincidiendo con su inminente salida a bolsa, Enel Green Power, filial de Enel (y curiosamente propietaria desde hace un año del 92% del accionariado de Endesa) lanzó tambien su nueva campaña, en la que mostraba cuanto de importante es la sostenibilidad en su negocio, con bonitas imagenes de un futuro precioso, con coches eléctricos y campos muy verdes y limpios
Pero la realidad es muy diferente. La realidad, esa realidad que tratan de esconder gastando en campañas de marketing y comunicación decenas de millones de euros, es que Endesa no trata bien a las personas (es facil encontrar en internet multitud de quejas de todo tipo sobre las eléctricas en general, pero especialmente de Endesa: [1][2][3][4][5]) y además, emite 73 millones de toneladas de CO2 al año, procedente de sus centrales térmicas, lo que la convierte en la cuarta empresa de Europa en emisiones causantes del cambio climático. De la electricidad generada por esta compañía, el 43% se produce en térmicas de carbón, según Greenpeace.
Enel tampoco es tan limpia como quieren hacer parecer. El 15% de su electricidad proviene del carbón, y el 11% del petróleo. Además, el 41% de la electricidad que factura es energía «gris», es decir, la compra a otros productores, como Francia, con lo cual se desconoce su origen (probablemente en su mayoría nuclear, ya que en Francia es la energía predominante), a lo que solo se le puede recriminar la falta de transparencia en este sentido.
En cuanto a su filial de renovables, todo hay que decirlo, la verdad es que ya es otra cosa. Invierten bastante dinero en geotermia de alta temperatura (Italia es uno de los mayores generadores de electricidad con esta tecnología gracias a sus numerosos yacimientos geotérmicos), y también en eólica.
Caso aparte, ya de sobra conocido es la doble moral de Iberdrola. Hace ya tiempo del informe de la Comisión Nacional de Energía (CNE) que condenaba el «carácter engañoso» de las campañas de «electricidad verde», algo a lo que han hecho caso omiso y siguen vendiéndolo así. Y recientes son las declaraciones de su presidente Ignacio Sanchez Galán, pidiendo al gobierno la subida de la tarifa eléctrica y una eliminación de las primas a la solar fotovoltaica (barriendo para casa, claro: de la eólica, que casualmente es la niña bonita de su filial, Iberdrola Renovables, no dicen nada).
Lo peor de todo es que a base de millones de euros en publicidad, casi consiguen su objetivo: tener engañado al ciudadano desinformado (todo el mundo conoce a demasiadas personas, no muy bien informadas, que repiten como loros el mensaje de estas campañas de descrédito a la fotovoltaica) o interesado (accionistas de las compañías eléctricas), haciéndole creer que de verdad la fotovoltaica es la culpable de todos los males del sistema eléctrico español. Afortunadamente, la revolución imparable y democrática de las comunicaciones nos permite conocer la verdad sobre el mercado eléctrico.
Es una lucha de David contra Goliat, pero somos más, y la conciencia social está cambiando su manera de ver las cosas. Por algo invierten tanto dinero en campañas de publicidad. Pero ni todo el dinero del mundo podrá limpiar un nombre sucio hasta las entrañas de carbón y petróleo, mentiras e intereses.
Os recomendamos el siguiente informe de Greenpeace: ¿QUIEN CONTROLA LA ENERGÍA EN EUROPA?