El cambio de hora: el supuesto ahorro que no convence a todos

Dos veces al año, los europeos estamos obligados a adelantar y atrasar los relojes para gastar menos en iluminación. La idoneidad del cambio de hora está avalada por varios estudios de la Comisión Europea, y el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) estima que, solo en España, puede ahorrar hasta 300 millones de euros. Sin embargo, son muchas las organizaciones que cuestionan su eficacia. ¿Sirve realmente para algo que movamos las agujas del reloj?

El cambio de horario, tal como hoy lo conocemos, se remonta al año 1974, cuando se produjo la primera crisis del petróleo. Entonces, algunos países decidieron adelantar sus relojes para aprovechar mejor la luz solar. Poco después, en 1981, se aplicaba ya como directiva en toda la UE.

Según el real decreto que transpone en España esta norma comunitaria, el horario de verano comienza el último domingo de marzo de cada año, a las dos de la madrugada. En ese momento, la hora oficial española se adelanta 60 minutos, por lo que ese día tiene una duración oficial de 23 horas. Ese periodo termina a las tres de la madrugada del último domingo de octubre, hora en la que los relojes se retrasan 60 minutos. Ese día (que en 2012 será el 28 de octubre) tiene, por lo tanto, una duración oficial de 25 horas.

Sin embargo, la idea no es nueva. La decisión de adelantar la hora oficial durante los meses con más horas de luz se ha adoptado en varias ocasiones en España desde las primeras décadas del siglo XX.

La primera norma publicada al respecto se remonta a abril de 1918, cuando se modificó la hora oficial “como medio de conseguir el ahorro de carbón”. Posteriormente, se aprobó el horario de verano mediante órdenes del Consejo de ministros. Tenía una vigencia anual, pero su frecuencia era irregular e intermitente, hasta que en el periodo comprendido entre 1950 y 1973 esta práctica fue abandonada por completo.

HASTA 300 MILLONES DE EUROS

Según un estudio realizado por la Comisión Europea en 1999, esta medida tiene impactos positivos sobre el ahorro y beneficia a sectores como el transporte y las comunicaciones, a la seguridad vial, las condiciones de trabajo, la salud, el turismo y el ocio.

Pero, ¿en qué medida nos ayuda a ahorrar? Según el IDAE, dependiente del Ministerio de Industria, Energía y Turismo, el potencial de ahorro en iluminación en España puede llegar a representar un cinco por ciento de nuestro consumo eléctrico, lo que equivale a unos 300 millones de euros. De esa cantidad, 90 millones corresponden al potencial de los hogares, y suponen unos seis euros por hogar. Los 210 millones de euros restantes se ahorran en los edificios del sector servicios y en la industria.

Sin embargo, no son pocas las organizaciones que cuestionan las supuestas bondades de esta medida. Una de ellas es WWF, ONG ecologista que considera que el cambio de hora no tiene ningún impacto sobre el ahorro y la eficiencia.

Según Georgios Tragopoulos, técnico de Eficiencia Energética de esta organización, “son muchos los estudios que dudan de su eficacia”. “Cuando en otoño se retrasa el reloj, las empresas y familias que madrugan necesitan una hora menos de iluminación por lo que, si son negocios de horario matutino, el ahorro existe. Sin embargo, las familias se encontrarán con que la oscuridad llega a sus casas una hora antes de lo habitual, y gastarán por la tarde esa hora de iluminación ahorrada por la mañana”, afirma.

Por otra parte, lamenta que “tampoco dejan de gastar las empresas y oficinas que trabajan después de las seis de la tarde”. “Además”, añade, “muchos comercios abren a las diez de la mañana, por lo que no habrán ahorrado y requerirán una hora más de gasto por la tarde. A ellos, el cambio de hora les perjudica”.

Tragopoulos denuncia que “la única razón por la que se mantiene el cambio de hora es la inercia” y cree que mover las agujas del reloj “distrae de políticas más serias”. Por eso, apuesta por “cambios que hagan ahorrar todo el año”, como obligar a “rehabilitar energéticamente” los edificios.

Según calcula WWF, la rehabilitación de 400.000 viviendas al año hasta 2050 evitaría la emisión a la atmósfera de ocho millones de toneladas de CO2 y crearía 150.000 empleos hasta 2020. “Por un lado, combatiríamos el cambio climático y, por otro, crearíamos puestos de trabajo en un sector como el de la construcción, tan deprimido en este momento”, concluye.

Greenpeace, por su parte, ve “razonable” el cambio horario porque “contribuye al ahorro energético”, pero opina que “debería hacerse mucho más”. Así, esta organización cree que habría que adoptar compromisos de obligado cumplimiento e incluir los “costes reales” de la producción energética en los precios de la energía, “incluidos los ambientales”.

EL HORARIO DE CANARIAS, PARA TODA ESPAÑA

Ignacio Buqueras, presidente de la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles, tampoco ve con buenos ojos el cambio de horario vigente. Según declara, el adelanto y atraso de los relojes “tiene una repercusión pequeña en materia de ahorro energético”. En su opinión, “lo importante es que España, de una vez por todas, tenga el uso del tiempo que le corresponde de acuerdo con los meridianos”.

“En el año 1897”, explica Buqueras, “Washington acogió la primera conferencia mundial sobre horarios, en la que participaron 22 países. En esa reunión, el mundo se dividió en 24 meridianos. A Europa le correspondieron dos: el que pasa por Berlín y el que pasa por Londres. Y nosotros estamos más cerca de Londres que de Berlín”, continúa.

Por eso, el presidente de la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios considera que “nos corresponde el mismo meridiano y la misma hora que tienen Canarias, Portugal e Inglaterra”. “Toda España debería tener el horario de Canarias, todo el año”, insiste.

La Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles aboga también por introducir ciertos “hábitos” para dejar de despilfarrar energía, “empezando por algo tan sencillo como la pausa para el café que contemplan muchas empresas”. “La pausa para el café de 20-30 minutos que se concede se acaba convirtiendo en un descanso de 45 minutos y esto, junto a la comida, va prolongando la jornada”, señala.

Por otro lado, apuesta por no dedicar más de tres cuartos de hora al almuerzo, “tiempo más que suficiente para una sana dieta mediterránea”, y sugiere una jornada laboral que finalice en torno a las 16.30-17.00 horas.

La Comisión que lidera Buqueras asegura haber demostrado que aquellas empresas que optan por unos horarios racionales “han logrado tres cosas de singular importancia: aumentar la productividad, facilitar la conciliación de la vida laboral y personal del trabajador y, por último, reducir gastos, entre ellos, los energéticos”.

Fuente: lainformacion.com

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