Llega la hora de descansar un poco. Con los calores, el exodo vacacional y demás, en Efimarket nos recluimos para seguir estrujándonos la materia gris y reflexionar sobre lo que hemos vivido desde el 1 de enero.
Ha sido una primera mitad del año complicada. Empezamos con subidas en el precio de la gasolina y el gasóleo, la buena noticia de que España seguía exportando energía al extranjero, a pesar de que nuestro querido déficit de tarifa no dejaba de aumentar, y también a pesar de saber que las renovables abarataron en más de 3.300 millones de euros la electricidad en 2012.
Seguíamos con las buenas noticias, al acusar la Audiencia Nacional a las eléctricas como las causantes del déficit de tarifa, mientras el Gobierno de Rajoy mostraba sus colmillos nada más empezar a gobernar, al renunciar España a seguir en el consejo de la Agencia Internacional de Renovables, algo vergonzoso, como toda la política energética de este Gobierno.
De nuevo con subidas en marzo, cuando el Gobierno sube la bombona de butano un 5%, imaginamos porque dado el precio de la luz, cada vez más gente se pone calentadores instantáneos de gas para eliminar el elevado consumo de los termos eléctricos (aunque sin llegar a estos extremos, puedes aprender a reducir su consumo en este artículo).
En ese mismo mes, conocimos que las renovables seguían produciendo casi la mitad de la electricidad en España, y que por primera vez en muchos años, iba a bajar la luz, un 6,7%. Esto ya lo avisábamos nosotros, seguramente iba a ser la calma que precedía al huracán, como más tarde se ha comprobado. A pesar de la bajada, en los hogares Españoles la electricidad sigue siendo un 38% más cara que la media europea.
También en Abril, se aprobaba el nuevo Decreto de Certificación Energética, que entraba en vigor el pasado 1 de junio, y que a pesar de esperado y necesario, apenas se está cumpliendo, ya que la administración no se ha organizado aun de forma que pueda exigir su cumplimiento, y prácticamente todos los actores están haciendo la vista gorda, con lo que se están vendiendo y alquilando viviendas sin el necesario certificado. Otro fiasco más de este Gobierno.
Ya en la recta final hasta el verano, se sucedían las malas noticias: José Manuel Soria, desde el Ministerio de Industria, anunciaba que la reforma energética que estaba en el horno no iba a gustar (que razón tenía el condenado), mientras se conocía que los beneficios de las eléctricas españolas eran los más altos de Europa.
Durante el mes de junio conocimos también el ataque arancelario proteccionista de la UE contra la importación de paneles chinos, que junto a la aprobación de la anunciada reforma energética ya en julio, ha desvanecido las esperanzas de recuperación de todo un sector, los que trabajamos por el desarrollo de la energía solar fotovoltaica, un sector que puede aportar tanto un enorme ahorro energético a particulares y empresas que invierten en esta tecnología, que puede generar miles de puestos de trabajo y que permiten que España, un país altamente dependiente del exterior energéticamente hablando, alcance una mayor independencia energética y otros beneficios (menores pérdidas en la red por generación distribuida, menores emisiones de gases efecto invernadero, menor polución, mejora de la balanza de pagos, etc.).
Y con esta estafa a nivel gubernamental, que llevará a la ruina a más de 50.000 pequeños inversores y que imposibilita, mata, erradica a todo un sector productivo en el que fuimos líderes, en un territorio que podría generar el 100% de su electricidad con renovables, gracias entre otras cosas, a la enorme insolación de la que disfrutamos todo el año…
Con esta estafa, decimos, nos vamos tristes unos días de descanso, para volver en unas semanas con fuerzas renovadas y muchas ganas de reemprender la batalla contra la injusticia energética, esa injusticia que pretende cobrarnos por generar y consumir nuestra propia energía, sin utilizar la red; esa injusticia que pretende asegurar los inmerecidos ingresos del oligopolio eléctrico, ingresos que durante los últimos años han mantenido artificialmente a base de regulaciones innecesarias, beneficios extraordinarios obtenidos en las plantas hidráulicas y nucleares, ampliamente amortizadas. Ingresos simplemente por «estar», como los de las plantas de ciclos combinados de gas, subvencionadas con miles de euros al año sólo por estar construidas, a pesar de que apenas funcionen.
Si quieren guerra la tendrán. No estamos solos. Bruselas, el movimiento asociativo, los fondos de inversión extranjeros que invirtieron en renovables, los miles de pequeños inversores y trabajadores del sector de la eficiencia energética y las renovables, los pioneros que ya autoconsumen parte de su electricidad… entre todos tenemos que hacer fuerza, manifestarnos, molestar, quejarnos, hacer escraches y todo lo que haga falta para que la política energética de este país deje de ser todo lo contrario de lo que debería ser: una política que nos condujera hacia una mayor independencia energética, una mayor eficiencia y un mercado eléctrico competitivo y transparente, que asegurara un precio justo de la electricidad.
Que tengáis un buen verano.
Nos vemos a la vuelta!!
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