A más de 10.000 metros de altura, por encima de las rutas utilizadas por los aviones de pasajeros, hay amplias comunidades de microorganismos que pueden tener importantes efectos sobre el clima. Este hallazgo, publicado esta semana en la revista PNAS, se realizó después de analizar muestras de la troposfera tomadas durante varios vuelos posteriores a los grandes huracanes tropicales de 2010 Earl y Karl. Los investigadores de la NASA y del Instituto Tecnológico de Georgia descubrieron que gran parte de las partículas que quedaron suspendidas en la troposfera tras esos fenómenos, a entre ocho y 15 kilómetros de altitud, eran microorganismos vivos, y no polvo o sal marina como se solía pensar. Solo las bacterias representan el 20% de esas partículas.
Aunque aún no se sabe si esos seres microscópicos son capaces de instalarse y sobrevivir en esas regiones de la atmósfera o simplemente han llegado allí transportados por fenómenos como los mencionados huracanes, los investigadores creen que su presencia plantea interesantes preguntas sobre su influencia sobre el clima e incluso sobre la salud. Por un lado, las bacterias podrían servir de base para la formación de nubes, convirtiéndose en un nuevo factor para comprender el funcionamiento de los ciclos hidrológicos y, en general, del clima, que hasta ahora no se había tenido en cuenta. Además, la presencia de bacterias y otros microbios en estas altitudes y a grandes distancias de su lugar de origen puede ayudar a entender cómo se transmiten algunas enfermedades.
La capacidad de algunas bacterias para influir sobre el clima se deriva de su forma de vida. Hay microorganismos que tienen una proteína en su membrana exterior con la que congelan las hojas de las plantas sobre las que se colocan. Así las dañan y logran infectarlas con mayor facilidad. Suspendidas en la atmósfera, estas bacterias podrían formar cristales de hielo gracias a este mecanismo. Estos fenómenos, que se han conocido mejor durante los últimos años, también podrían ser una muestra del sistema utilizado por algunas bacterias para utilizar las nubes como transbordadores para viajar largas distancias por todo el planeta en un sofisticado plan de colonización.
“No esperábamos encontrar tantos microorganismos a esas altitudes, donde las condiciones para la vida son muy difíciles”, señala Konstantinos Konstantinidis, profesor del Instituto Tecnológico de Georgia y uno de los autores del estudio. En sus muestras, los investigadores encontraron una importante diversidad de bacterias y observaron que había al menos diez veces más que hongos. Entre las bacterias encontraron algunas capaces de alimentarse de componentes con carbono presentes en la atmósfera que les permitirían vivir y crecer en las nubes, aunque esta posibilidad solo se podrá comprobar con estudios posteriores.
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