El nuevo año traerá consigo algunas novedades en torno al mercado inmobiliario que conviene tener en cuenta. A la desaparición de la desgravación por compra de vivienda o la subida del IVA -del 4% al 10%- en inmuebles de primera transmisión, se suma la obligatoriedad para todos los inmuebles construidos antes de 2007 destinadas a la venta o al alquiler de contar con un certificado de eficiencia energética.
Se trata de un documento que debe describir lo eficaz que es una vivienda en cuanto al consumo de energía. Un certificado que podría compararse con la etiqueta de los electrodomésticos y que nos puede ayudar a conocer su gasto eléctrico o de agua, nivel de ruido…
De la misma manera que este etiquetado marca en muchas ocasiones las decisiones de compra respecto a un electrodoméstico u otro, el certificado energético para los inmuebles también puede jugar un papel importante en la decisión del potencial comprador o inquilino de la vivienda. No obstante, no será obligatorio tener una calificación mínima para poder vender o alquiler el inmueble.
Normalmente, cuando queremos comprar un coche, miramos lo que consume y lo comparamos con otros. Si uno se para a pensar, resulta un poco raro que cuando adquirimos una casa no miremos la energía que consume, o lo que es lo mismo, lo que podríamos ahorrarnos en las facturas de luz o gas… sobre todo, teniendo en cuenta que un coche dura unos años mientras que una casa la habitamos toda una vida.
La etiqueta deberá estar incluida en toda oferta, promoción y publicidad dirigida a la venta o arrendamiento del edificio. De hecho, en algunos portales inmobiliarios como idealista.com requieren ya este tipo de información a los anunciantes de viviendas.
Esta etiqueta clasificará cada inmueble con un código de color, según su consumo energético. Será similar a la que ya llevan los electrodomésticos, que desde la calificación de la A a la G nos indica el consumo de energía de la vivienda, que luego se traducirá en la facturas, siendo A la más alta calificación (mayor ahorro) y G la más baja (mayor gasto).
Un ahorro energético de hasta el 70%
Se estima que entre dos viviendas de las mismas dimensiones, el ahorro energético entre una calificación A y una calificación G puede ser del 70%. O sea que el propietario o inquilino de una vivienda con calificación A paga en energía un 70% menos que el propietario de una vivienda de calificación G para conseguir los niveles de confortabilidad normales.
Entre los condicionantes que determinarán la calificación de una vivienda se encuentran los materiales de la fachada y su orientación, la envolvente de la vivienda (techo, paredes y suelo), la calidad de la ventanas y persianas, el tipo de calefacción y su combustible, y la clase de electrodomésticos que contenga.
La exigencia de este documento viene de Europa y quedará plasmada en España a través de un Real Decreto –todavía por aprobar- que será redactado por el Ministerio de Industria. En el resto de Europa, donde ya ha entrado en vigor la normativa, tanto en los escaparates de las agencias inmobiliarias como en los portales de Internet, aparecen ya las etiquetas energéticas como una característica más de la vivienda o local junto con el precio, la superficie o los metros cuadrados.
Hasta ahora, tal y como explica la OCU, en España únicamente se exigía un documento semejante para los edificios de nueva construcción o grandes rehabilitaciones, pero la UE obliga ahora a que cuente con este certificado toda vivienda que salga al mercado ya sea en venta o alquiler.
En Italia cuesta 250 euros y en Alemania, 500
El certificado de eficiencia energética tendrá una validez de diez años y su coste correrá a cargo el propietario del inmueble –vendedor o arrendatario- y será su responsabilidad renovarlo. Todavía no existen cifras sobre su coste en España aunque podemos hacernos una idea respecto a los precios que se manejan en algunos países europeos. En Italia ronda los 250 euros y en Alemania, los 500 euros para un piso medio de 100 metros cuadrados.
“No se conoce aún con exactitud el coste final que puede alcanzar para el usuario tramitar el certificado, ya que será un coste que marcará el propio mercado. No obstante, algunas firmas de arquitectura, especializadas en eficiencia energética, indican que podría ser similar al de otros países europeos, donde ya está vigente la normativa”, apuntan desde la OCU.
Además del estudio para obtener el certificado, cada vivienda analizada recibirá una serie de recomendaciones de mejora que permitirán aumentar al menos un nivel en la escala de eficiencia energética si la calificación es B o C, o dos cuando la vivienda originalmente cuenta con una calificación D, E, F o G.
Los elementos habituales que se podrían reformar para mejorar la calificación serían la caldera, las ventanas, la iluminación o el aislamiento. Son mejoras sencillas de realizar. El coste podría ser de alrededor de 5.000 euros de inversión para subir dos niveles.
La medida también afecta a todos los edificios públicos o privados que presten servicios públicos a un número importante de personas y que, por consiguiente, sean frecuentados habitualmente por ellas, con una superficie útil total superior a 1.000 metros cuadrados, exhibirán obligatoriamente, en un lugar destacado y visible por el público, la etiqueta de eficiencia energética, cuando les sea exigible su obtención.
Quedan excluidos los edificios y monumentos protegidos, los utilizados como lugares de culto o los edificios de viviendas que sean objeto de un contrato de arrendamiento durante menos de cuatro meses al año, entre otros.
Lo emiten arquitectos e ingenieros técnicos
La exigencia de este certificado puede suponer una oportunidad profesional para arquitectos, arquitectos técnicos, ingenieros e ingenieros técnicos, un sector especialmente denostado por la crisis. Será suscrito por técnicos que estén en posesión de la titularidad académica y profesional habilitante para la realización de proyectos de edificación o de sus instalaciones térmicas, elegidos libremente por el propietario.
Vía El Confidencial