Una de cada seis empresas en la mayor economía de Europa ahora genera su propia electricidad, alrededor de un 50% más que hace un año, según la Cámara de Comercio e Industria de Alemania. Entre estas figuran desde empresas rurales familiares hasta una enorme planta de Dow Chemical Co. que consume 1% de la electricidad del país.
La razón detrás de esta tendencia se encuentra en los precios cada vez más altos de la electricidad, que está motivando a empresas pequeñas y grandes a invertir en su propia infraestructura para generar su propia electricidad. Al hacer esto, no solo se blindan del impuesto del gobierno, sino que también logran reunir los requisitos para recibir subsidios diseñados para alentar la eficiencia energética y la llamada electricidad verde.
Michael Salcher, director del departamento de energía y recursos naturales en la consultora KPMG en Alemania, estima que las empresas que evitan los cargos adicionales y reciben subsidios pueden reducir sus facturas de electricidad en un 50%.
Warwick GmbH, un fabricante de bajos eléctricos con sede en Markneukirchen, cerca de la frontera con la República Checa, produce toda la electricidad que necesita mediante su propia planta de gas natural, instalaciones solares en el techo y una caldera avivada con desechos de madera proveniente de sus guitarras.
Warwick, que tiene ventas anuales de unos 24 millones de euros, o alrededor de US$33 millones, gastó más de 3,7 millones de euros en autogeneración de energía, y su fundador Hans-Peter Wilfer no está seguro cuando la inversión producirá retornos. «Pero en tiempos de precios disparados de energía, esto valdrá la pena», afirmó.
En parte porque busca abandonar la energía nuclear en los próximos ocho años y la mayoría de los combustibles fósiles para mitad de siglo, Alemania está promoviendo de agresivamente las fuentes de energías renovables, incluyendo la solar y la de viento, entre otras. Para pagar por todo esto, el gobierno impuso un impuesto de un 22% en las facturas eléctricas para empresas y hogares. El gravamen, establecido por primera vez en 2000, se ha casi triplicado desde 2010. A causa de ello, las facturas eléctricas industriales han aumentado en más de 10% desde 2005, mientras que los precios mayoristas de electricidad se han mantenido estables.
Aproximadamente 16% de las compañías alemanas producían su propia electricidad a mediados del año pasado, según la Cámara de Comercio alemana, frente a 10% un año antes. Un 23% adicional de empresas consideras unirse a este club, precisó la cámara.
En respuesta, el gabinete de la canciller Angela Merkel planea revisar las leyes energéticas alemanas en las próximas semanas. Las nuevas regulaciones obligarían a las empresas que generan su propia energía a pagar parte del impuesto para energías renovables y elevaría los requisitos para recibir subsidios, según una versión publicada del proyecto de ley.
El fabricante de autopartes ZF Friedrichshafen AG, que gastó dos millones de euros en una nueva planta de dos megawatts de generación de calor y electricidad, ahora está reevaluando si seguirá adelante con una segunda unidad generadora ante los potenciales cambios de las leyes, apuntó Mario Heusinger, el director de mantenimiento de la compañía.
La auto-dependencia eléctrica tiene sus desventajas. Puede requerir grandes inversiones iniciales y obligar a las empresas a gestionar equipos no relacionados a sus operaciones principales, aunque la mayoría subcontrata el mantenimiento. Las compañías además mantienen algunos vínculos a la red eléctrica para casos de emergencia.
Pero la creciente inestabilidad de la red eléctrica alemana, junto con los mayores costos de electricidad, está llevando a muchas empresas —cuyas instalaciones altamente automatizadas exigen una corriente estable— a dar el salto.
La red eléctrica de Alemania fue desarrollada para mover gigawatts de relativamente pocas plantas grandes a usuarios en todo el país. Los nuevos campos eólicos y los conjuntos de paneles solares están esparcidos geográficamente y requieren mayor capacidad en la red para enviar electricidad desde zonas rurales a centros urbanos. Las compañías de la red eléctrica están pasando apuros para adaptarse a este cambio, y los reguladores dicen que la estabilidad de la red ha sufrido a consecuencia de ello.
La descentralización crea otro dolor de cabeza para productores tradicionales como las gigantes empresas de servicios públicos E.ON SE y RWE AG. Ahora que tienen menos clientes industriales, enfrentan una caída en sus ingresos, lo que exacerba las difíciles condiciones del mercado.
En respuesta a ello, las empresas de servicios públicos están intentando generar ganancias de la descentralización al instalar y administrar los generadores de las empresas. E.ON, por ejemplo, el año pasado llegó a un acuerdo con el minorista Metro AG para desarrollar cuatro divisiones de calor y energía en tiendas en Alemania y Rusia.
Tanto E.ON como RWE aseguran que la descentralización les ofrece oportunidades pero reconocen que su nueva línea de negocios aún no compensa la caída en los ingresos tradicionales. Un problema es que la experiencia de las empresas de servicios públicos en generación a nivel industrial implica que no están enfocados en las empresas pequeñas.
Entidades pequeñas como el fabricante de bajos Warwick tienden a acudir a firmas de ingeniería más ágiles para obtener generadores.
Para algunas empresas, las ventajas financieras y técnicas de la independencia son simplemente beneficios de inversiones necesarias. Dow Chemical necesita tanto vapor como electricidad para su complejo en Stade, cerca de Hamburgo, por lo tanto hace unos años decidió invertir unos 400 millones de euros para obtener equipos generadores de ambos. Su portavoz Joachim Sellner indica que los precios en alza de la electricidad han corroborado la sabiduría de la decisión de Dow.