Científicos del Departamento de Energía de Estados Unidos han puesto en marcha una investigación que arrojará luz sobre el papel de la jungla de la Amazonia en el ciclo global del carbono y ayudará a que los científicos detecten causas hasta ahora desconocidas de la mortandad de los árboles.
Los detalles sobre esta investigación, que llevan a cabo Jeffrey Chambers y sus colegas en el Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley, del Departamento de Energía de Estados Unidos, se recogen en un artículo que publica hoy la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
Es conocido que las junglas y bosques de la Tierra absorben una gran cantidad de la contaminación con dióxido de carbono emitida a la atmósfera por la actividad de los humanos.
Las forestas tropicales, con árboles de mucha edad, pueden desempeñar un gran papel en este servicio de absorción pero los patrones de mortandad de esas junglas no son bien conocidos.
Jeffrey Chambers y sus colegas en el Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley, del Departamento de Energía de Estados Unidos, han diseñado un método analítico que combina las imágenes tomadas desde satélites, simulacros en computadora y un laborioso trabajo de terreno que ayudan a que los investigadores detecten los patrones y tendencias en la mortandad de las forestas.
Entender el proceso
«Una cuarta parte de las emisiones de dióxido de carbono van a los ecosistemas terrestres, pero los detalles de esos procesos y cómo responderán al cambio climático no se comprenden de manera adecuada, particularmente en lo referido a las forestas tropicales», dijo Chambers.
Chambers, en colaboración con Robinson Negrón Juárez, en la Universidad Tulane, el Instituto nacional de Investigaciones de la Amazonia, de Brasil, y otros colegas estudiaron una sección de la Amazonia central, de unos 1.600 kilómetros cuadrados cerca de Manaus, Brasil.
Combinando las imágenes tomadas por el satélite Landsat a lo largo de un período de 20 años con las observaciones en el terreno encontraron que del 9,1 al 16,9 % de la mortandad de los árboles no figuraba en los análisis de junglas más convencionales.
Esto equivale a más de medio millón de árboles muertos cada año que, antes, se contabilizaron en los estudios de esta región, y que era necesario incluir en los cálculos del carbono de la foresta.
«Una jungla antigua tiene un mosaico de secciones que hacen cosas diferentes», añadió. «Si uno quiere comprender el comportamiento promedio de ese sistema es necesario tomar muestras de una escala espacial mucho más grande sobre intervalos más largos.
Periódicamente la Amazonia recibe el embate de tormentas con vientos que pueden alcanzar a los 275 kilómetros por hora. Esas tormentas pueden derribar muchas hectáreas de foresta.
Chambers y su equipo han podido compilar un panorama más acertado de cómo las tormentas afectan a las junglas.
Para hacerlo los científicos observaron las imágenes de satélite antes y después de la tormenta y distinguieron cambios en la reflectividad de la foresta lo cual, suponen, se debe al daño en la cubierta forestal.
Luego los investigadores fueron al terreno de algunos de esos impactos de la tormenta y contaron los árboles derribados. Observando las imágenes de satélite pixel por pixel (cada pixel equivale a 900 metros cuadrados) y cotejando las imágenes con las observaciones en el terreno pudieron hacer un mapa detallado de la mortandad en todo el paisaje.
Vía EFEverde